Regresados por fin a la ciudad cómplice. De inmediato. La
navidad aturde. La lejanía aturde. Y el estado del Jefe oscilaba entre la
melancolía y la mudez absoluta. No era cuestión de prolongar castigos. El
viernes 8 la redacción abrió sus puertas, lanzó sus redes, oteó. Madrid a
trancas. Soñoliento. Indecisa la voz de los poetas, de los que leen enero. Salvo la Librería Alberti. A la que Lola
Larumbe, con clarividente tozudez, ha ido conservando como única guarida de
prestigio ante la abdicación de tantas que fueron. Por lo demás, vegetación
acostumbrada, endogamia sonora, repertorio y canciones. A veces una flor. Libros,
libros. A veces amenazas.
Leyó Chantall Maillard en Getafe, en el centro José Hierro, que dirige con mano de metal Julieta Valero, pero el Jefe prefirió que
escucháramos a dos voces jóvenes, bellas y varsovias. Aprovechando su estancia
vacacional estuvo en Madrid, Berta
García Faet, a quien seguimos con fruición. Por si algo le faltara a su
poesía, al coloquialismos surrealista que la caracteriza, a la explosión
provocadora de sus intenciones –el amante como posibilidad- se añade su
estancia en New Haven y sus recorridos
por los modos intrínsecos a la poesía norteamericana -hace poco estuvo por aquí
Sharon Olds admiradísima- lo que,
unido a su inteligencia poética, la convierte en un ave rara y perseguida. Leyó
en la librería Enclave ante un público escaso pero joven, muy joven, muy
sediento. Leyó alternándose con Ana
Cibeira, poeta forjada en la mixtura de gallego y castellano que pregona Luz Pichel. Poemas largos los de ambas.
Más de impresiones asombradas los de Ana, más en el centro del dilema los de
Berta. Ambas tienen libro nuevo. El jefe nos encargó el de Berta, La edad de merecer, que Elena Medel ha seleccionado para La Bella Varsovia. Bien sabe por qué.
Aunque parece libro de agregación.
A barrancas. Estuvo la becaria en Ferraz 100. En la presentación del libro de la infatigada
Mª Antonia García de León, El yo
conquistado, que ha editado la infatigable Huerga&Fierro. La
manchega es poeta tardía, coloquial, apegada a lo sucesos, de poso reflexivo y
con unas enormes ganas de compartir. Extravertida y cariñosa, seguramente ya
está preparando una nueva entrega. Muy cerca de allí, en la Alberti, el
toledano Hilario Barrero, otro
neoyorquino de vacaciones. A Hilario le ha editado La Isla de Siltolá, otra
infatigable, sus Diarios (2012-2014) avalados por José Luis García Martín. Venía de hacer lo propio en su natal
Toledo. Y tanto Pepe Muñoz –largo,
premioso- como José Luis Morante
–breve, certero- señalaron la generosidad y precisión de su mirada, su tiempo y
memoria compartidos entre NY y Toledo, y la originalidad de intercalar en sus
páginas, en su miscelánea, un mosaico de poesía norteamericana actual. Hilario se mostró pleno de
jovialidad, mental y física. Agradecido. Dicen que todavía corre maratones.
Dos mujeres
Y amigas, aprovecharon las fechas para recordar sus libros
con nuevas lecturas. En la Casa de Galicia, el lunes 18, lo hizo Pepa Nieto para su Nacer del fuego, lugar en
donde ha reunido –publicados e inéditos– los poemas de brasa erótica que le han
ido acudiendo. Una lectura fresca, cercana, resaltó su carácter de juego, su
voluntad de piel, su ensoñación de cuerpos.
Y en la Casa de La Mancha, el martes 19, hizo lo propio Cristina Cocca con una nueva edición de
La
heredad de la luz que lleva en portada un dibujo de su padre, el pintor
Maximiliano Cocca. Fermín F. Belloso y Alfredo Piquer hicieron de
presentadores. Una lectura sosegada e intensa permitió a los asistentes volver
a gustar algunos de los poemas y sobre todo conocer las nuevas provocaciones en
que la poeta trabaja ahora: una, el agua; la otra, las mujeres de ficción. En ambos casos un público numeroso..
Editor, Claro, Jenaro y Marta Fotomóvil |
Miércoles 20
Otra vez la Alberti. Y un gozo inicial. Javier Lostalé exhibía feliz un ejemplar de la poesía completa de Carlos Sahagún, que recién ha publicado
Renacimiento. Y que incluye sus celados poemas inéditos. Parece que Carlos, cuidadoso y ordenado hasta la
extenuación lo tenía dispuesto para. No pudimos adquirirla, se habían agotado los
escasos ejemplares recibidos. Vendrán más. La causa de nuestra visita fue la
presentación de El sueño de Einstein editado por Salto de página. Curioso título,
luego lo explicaría, que Jenaro Talens,
ha dispuesto para una extensa colección de poemas en prosa con los que intenta
recrear fragmentos de su infancia. En un ida y vuelta hacia el presente.
Fragmentos que tal vez le expliquen pero que no son su biografía, aseguró. Es
incapaz de escribirse. Dijo que su magdalena-de-proust consistió en una
invitación a la comida 50 aniversario de antiguos colegiales maristas. Clara Janés y Marta Agudo intentaron acercarse al tiempo de Jenaro, al vital, al
metafísico, al cronológico y destacaron su atracción por lo científico que le
viene de la juventud. De cuando corría el hectómetro y era veloz. Ana Merino, Antonio Ortega, Miguel Casado,
Jordi Doce… entre otros asistentes no quisieron prolongar la velada con
preguntas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario