miércoles, 9 de octubre de 2019

Un poema de JM Barbot: Los equidistantes



         La poesía, nacida oral, exige hoy ser expuesta a los aires, a los soles. En pasquines clavados a los postes de la luz o pegados en los muros-tapias de las audiencias y las pantallas. JM Barbot la busca también en las estelas enterradas, en la luz mediterránea de los itinerarios de Polibio, en los escasos vestigios de los oretanos. Barbot es poeta de convicción y arqueólogo. A más de vallisoletano y vallecano. Y ha dado recién a la tinta, a los muros, a los ojos de los otros, su segundo poemarío, Agua serás y lo olvidaste, que ha editado Lastura. Lo abre un poema donde explora el campo semántico del agua como pretexto para indagar por la dicotomía entre esencia y existencia, ese ser y estar en donde la vida nos hace confluir sin nuestro permiso ni búsqueda, ese vértice de pasado y futuro que supone el acto de vivir, esa tensión de formas, ese proteico molde con el que nos acomodamos o soportamos los días. Pero al mismo tiempo esa necesidad que supone el amor como amalgama de espera y deseo que nos conforma. Y es que el libro de Barbot vive en la carne, en la trama existencialista, vive en el cuestionamiento de modos, maneras y actitudes, en la observación reflexiva del barro que traemos en las manos, según sus propias palabras. Y hay una manifiesta toma de partido. El poeta no aparece neutral, como en Tú y yo, donde se reafirma en el compromiso de ser más allá de las necesarias máscaras y las imposturas que lo cotidiano exige. Cuidado en sus formas, exigente en el lenguaje, el poemario no se distrae en el poema como fin, sino que lo entiende como arma propedéutica del conocimiento, como punzón con el que atravesar el vientre de la verdad, la confusión de las multitudes, las paradojas de las pretendidas certidumbres. Y aunque el lector inadvertido pueda echar en falta algo de rabia en las propuestas, el más avisado se complace con la serena inteligencia del conjunto.También y tanto en la atinada ironía critica con que se acerca a las realidades (poemas como Farsante, Uniforme, Los equidistantes) como por las grietas armónicas del mundo que sugiere.
Un acierto, un paso al frente y fuerte, cabal y decidido, de un poeta en los últimos cursos de formación. Del que más esperamos.

______________________


Los equidistantes

Son aquellos que siempre dicen pero,
los que ponen en duda las consignas
y se detienen en las zonas grises
cuando otros sólo aceptan blanco o negro.

Los que dan importancia a los matices,
a la letra pequeña y al detalle,
y se visten el traje del de enfrente
para ver lo que ve desde su lado.

Los críticos que piensan por sí mismos
en lugar de tragar ideologías
que vienen masticadas y en conserva,
listas para el consumo de borregos.

Y son llamados tibios y cobardes
por los inmaculados de ambos bandos,
son blancos de las furias y purezas
de los que trazan líneas en el suelo.

Son redichos como un Pepito Grillo,
incómodos como un niño sincero,
mestizos sin lugar en el rebaño.

Y por eso en cualquiera de los frentes
hay siempre un paredón que les aguarda.

1 comentario:

Mayusta dijo...

Como se dice en la ópera:¡Bravi! (Y va por los dos)