Alguien ha dicho que el Premio Loewe goza de más prestigio que el Premio Nacional de Poesía, Aunque lo edite Visor, dicen. Porque lo edita Visor, dicen. Un jurado entendido y numeroso suele limitar la posibilidad de error. También, por contra, disminuye su apuesta por el riesgo. A veces aciertan y se honran. Es el caso. Sabemos que la poesía, si es verdad, suele tener una voz poderosa que atraviesa muros y sensibilidades. Es estruendo. Ha sucedido con Basilio Sánchez, poeta cardinal y cacereño. Poeta que acerca su mirar a los cosas y a los hechos con tesón delicado y con humilde ambición. Poeta siempre en la periferia de los poetiqueos. De los que saben cuanto hay que agradecer a la poesía que nos deje merodear por su alrededor. De los que se descalzan para entrar en su posada. Leyéndole uno sabe que el poeta no es sino aquel que se deja abrazar por el desierto, por la nada y por el todo, por la sed no escrita y los caminos apenas esbozados. De los de lápiz y mochila como únicos instrumentos con los que rastrear y recoger la luz y el frío. Dos cosechas, dos caminos indispensables para sabernos hombres. De los que remarcan con leve tiza la claridad apenas esbozada, para jamás enturbiarla, para mostrarnosla limpia.
Su libro He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes ha merecido la consideración de un jurado más acertado que nunca en el Loewe. Será para marzo. Estamos deseando leerlo. Para Mientras la luz, y a nuestra instancia, ha tenido la gentileza de adelantarnos el poema que ofrecemos.
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Amo lo que se hace lentamente,
lo que exige atención,
lo que demanda esfuerzo.
Amo la austeridad de los que escriben
como el que excava un pozo
o repara el esmalte de una taza.
Mi habla es un murmullo,
una simple presencia que en la noche,
en las proximidades del vacío,
se impone por sí sola contra el miedo,
contra la soledad que nos revela
lo pequeños que somos.
El poeta no ha elegido el futuro.
El poeta ha elegido descalzarse en el umbral del desierto.
6 comentarios:
El habla contra el miedo y la soledad. Claro...
Sencillo, canónico, grande.
Qué precisión. La del poeta. Y la tuya oresentándolo, Paco. Hay que leerlo
(Curiosidad: vengo de ver uno de eso vídeos que nos llegan, ya lo gabía visto antes, en el que un muchacho africano construye un pozo con una aplicación humilde y constante. «Qué exacta y poderosa imagen —he pensado— de la tarea del poeta». «Amo la austeridad de los que escriben / como el que excava un pozo / o repara el esmalte de una taza». Me alegra la coincidencia, aunque lo mío no sea la austeridad, pero sí me conquista (y me inquieta, como sugiere el corrector) lo artesiano y lo artesano. Una excelente forma de empezar el día, este domingo que parece el primero del invierno real, ya con la Navidad afectando el aire.
Así, poeta Mayusta, es el oficio de escribir, de respirar.
Como quien hace un pozo. Como quien utiliza su saber para completarse, para aliviar los agobios. Como quien sabe que respira. Y agradece. Un abrazo, alfredo.
Poeta para leer y releer. Preciso, necesario y sugerente. Gracias Paco Caro por reseñar con acierto.
Todos somos contingentes, que decía Cuerda, pero hay algunos necesarios, Enrique. Y uno se alegra de que así sea.
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