El pueblo
donde
fuiste, fui,
y las primeras
gotas que se anuncian,
yo contigo por
entre
aquellas calles
blancas,
por recuerdos,
por entre
las puertas entornadas y la
conversación
mas hoy siento tus
dedos,
la curva de
tus dedos, apretar mi
antebrazo
quieres
decirme para, calla
y me detienes
deseas no escuchar,
la voz de este domingo, no atender
a esa hoz
inestable que alguien llamó
alguna vez memoria
esa voracidad,
me dicen tus
fierros dedos curvados en mi
piel, esa
lluvia antigua,
esa oscura arboleda
que no se basta en sí,
que horada
cuando busca
en aquellos deseos
que jamás peleaste
y que tú, hoy,
desearías, cual testigo de cargo,
ver callada
¿qué codicias?
¿qué temes?
el presente es
también una ficción, te digo.
2 comentarios:
Emoción, ternura, memoria, poesía en estado puro...
Ay, querido Paco, aquellos Domingos de Ramos de nuestra infancia, con misa obligatoria y evangelio interminable...Yo nunca pude tener una palma ni de las grandes ni de las de niño con chucherías. No sé si fue bueno o malo; no lo sé, querido Paco. Un abrazo grande.
Hoy, lejos de mi pueblo,Miguel Ángel, me ha llegado esta necesidad de valorar el pasado y su coste. Recuerdo bien la emoción de mi madre aquellos domingos, y cómo lograba trasmitírmela. Qué nos queda?
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