miércoles, 14 de marzo de 2018

Un poema de Javier Díaz Gil. De "Regresar de Chile"


     

     Conozco a Javier Díaz Gil desde diciembre del año 2001 en que acudió a Piedrabuena a recoger el premio Nicolás del Hierro. Premio otorgado por el libro Hallazgo de la visión. Digo esto porque desde aquel día me es imposible disociar persona y poeta. Creo que a él también. Vive con y por. Mantiene en Madrid la tertulia Rascamán donde enseña y aprende. Nos vemos. Es un poeta y un hombre de genio tranquilo, pero rápido y sagaz en la mirada, en la palabra. Ha editado poco y tarde –¿tímido? ¿sosegado?–, pero ha dado a luz un libro que le contiene: Regresar a Chile, que Lastura, con su mimo, ha puesto en el mercado. Libro limpio de trazo, de palabra precisa, de esa que no se advierte ni detona. Le sirve para contar su recorrido por los lugares que le atrajeron del país austral. De los físicos y de aquellos que nuestro corazón no esconde. Atacama, Neruda, Mapocho, la cordillera, Allende, la lluvia, la luz helada, los nombres de los desaparecidos, Pascua, su enigma de espaldas al mar, las otras estrellas. Hay en todo temblor sincero, de claridad que no deslumbra ni es deslumbrada. Los poemas son las huellas del que regresa a un lugar en el que nunca estuvo. Y tienen la capacidad de hacerte cómplice. No es fácil no mirar con el poeta, no sentir con el poeta, no dolerse juntos ante la inmensa belleza de lo natural. O ante la norma natural de la injusticia social y política. El libro entero es un poema continuado de 53 estancias. Qué suerte que existan poetas que escriben desde tanta serenidad, desde tanta sensibilidad, desde tanta franqueza. Y que los conozca.

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37

Aquí está la infancia de la Tierra,
en los lugares excavados por el hielo,
en la voluntad dulce
del agua,
en la paciencia del glaciar
que acoge el valle.

Ante esta pared desgarrada,
muro añíl,
muro blanco, y gris y tierra,
ante esta pared aprendo
que el tiempo no existe,
que el dolor del hielo
no es el fin,
que el grito del frío
es contemplación,
y que creer significa saber

que esta luz detenida

ha de convertirse en agua.


2 comentarios:

Javier Díaz Gil dijo...

Querido Paco, qué palabras tan generosas. Gracias de corazón. Sabes, Paco, que una de las cosas más importantes de mi vida (la poética también) fue ganar el premio Nicolás del Hierro. Conocer a Nicolás, a ti (guardo aún una botella de vino de ese día con la etiqueta con la portada de mi libro "Hallazgo de la visión", idea tuya, me dijiste después), a Pedro Antonio, a Miguel Galanes... fue una suerte inmensa.
Compartimos mirada poética y pasión. Y sabes también, porque compartimos esa mirada, que tu poesía me conmueve.

Te agradezco tu lectura atenta de "Regresar a Chile", un libro íntimo que describe el paisaje de Chile, su Historia, pero también el paisaje interior del poeta.

Un abrazo muy fuerte, Paco, querido amigo.

fcaro dijo...

Javier, tienes capacidad para contagiar tu mirada, tu mundo. Y eso es mucho. También fue un suerte para nosotros encontrarte. En general, los poetas que pasan por Piedrabuena terminan siendo amigos. Un abrazo.