Miércoles 9. Paco G. Marquina
Marquina mostrando la escarapela Foto: Cecilia García Baena |
En Trovador, la renovada sala que ahora gestionan Raúl y Fabián. Sigue siendo sede de la tertulia Prometeo coordinada por Ángela Reyes, que en esta ocasión
apostó por un lector único y por la ausencia de los sobados poemitas navideños.
La cosa iba en serio. Y es que García
Marquina, Paco Marquina, el especialista en Cela –sabemos que anda
ajetreado con la biografía de Camilo- es un peso pesado de la poesía española. Dueño
de una obra longa y firme. Y amo de un sentido del humor tan sigiloso que suele
envolver, aprisionar, al personal sin ser apenas notado. Es cosa de elegancia.
Leyó con voluntad de estilo, como en un autoexamen, una selección sorprendente
de poemas. Digo sorprendente porque escarbó en los baúles de los
enamoramientos, de los ensañamientos, de los tiempos en que la mirada y la
acción se convertían en tigres. Los oyentes, que casi llenaban el anfiteatro,
se lo agradecieron. En especial Elvira
Daudet, Carmen Rubio y JL Morales que ocupaban la primera
fila. Poco a poco fue acercándose al prado de los sonetos, a los alrededores de
la sonrisa, a los pozos de su sabiduría. Hondos. Honda. Poemas dejados por el
aire a lo balduendo, como en desgaire, que semejaban bombas de racimo. La voz
le fue creciendo hasta un soneto final esplendoroso. Y muy aplaudido. Tanto
que, y esto fue sorpresa, al levantarse para el saludo final le había crecido
en el pecho la escarapela verde de la gratitud. La cual mostró orgulloso a
petición del público. Lectura, ya pueden suponer, que reconcilió a la clientela
con los vinos que siguieron. Porque siguió comentándose. Que se repita.
Viernes 11. Rafa Mora
López Azorín y Rafa Mora |
En la librería Lé (Castellana 154), que mantiene una
decorosa sección de poesía. Allí adquirimos Barbarie de Andés G. Celdrán. Editado por Adonáis. Editorial de referencia, pero
en retirada, como Hiperión. Ya no
apuestan, Sólo o casi sólo publican premios. Una lástima. Todo lo contrario que
Eirene, pequeña y con fiereza. Que mana
con el empuje de Chelo Altable, su promotora. Hace poco editaron un precisa antología
de Antonio Hernández bajo el título Distancia
que regresa, y de la que ofreceremos noticia. El viernes se trataba de
presentar el primer poemario de Rafa
Mora por parte de Manuel López
Azorín, responsable de la sección de poesía. El poemario de Rafa se titula Naturaleza
urbana, y según se dijo forma parte de una preocupación pretérita del
autor: la ciudad es un libro que se anda con los pies. Preocupación, se dijo
luego, que ya va por otros barrios y estéticas, pero que consideraban necesario hacerla pública. Lleno a rebosar en la librería. Apenas si pudimos escuchar el
primer poema leído por el autor –debíamos ausentarnos– no sin observar como Alberto Ávila, Ana Montojo y Julio Santiago seguían el resto de la
lectura. Rafa Mora forma con Moncho
Otero un dúo musical conocidísimo en los ambientes literarios de Madrid.
Suelen musicar poemas de diversos autores y mantienen mensualmente, en Libertad
8 y bajo el título de Versos sobre el pentagrama, un acto
al que acostumbran a invitar, para intercalarle recitando entre sus canciones, a un
poeta con gancho de la nuit poética.
Viernes 11. Blas Muñoz
Rafael Soler y Blas Muñoz. Foto: Vitruvio |
El 27, Castellana abajo, nos traslado casi a Colón. Muy
cerca, en el Centro Riojano, Rafael
Soler presentaba la antología de Blas Muñoz
Pizarro que, bajo el título De la luz al olvido, ha editado
Vitruvio sobre la obra del valenciano. Queríamos estar por el autor. Y por el
presentador, uno de los pocos que a más de marcar los tiempos –para, templa, manda– suele combinar generosidad y justicia en sus análisis. Rafa Soler se ha
convertido en un puente necesario entre lo valenciano y lo madrileño en los afanes
que preocupan al mundillo. Imprescindible, dicen algunos. Llegamos cuando ya
leía el autor. Voz ronca, tomada, que añadía un toque de trascendencia. Blas ha
sido un poeta intermitente. A la manera de un Halley. Tras una aparición fugaz
y luminosa a principios de los 70, se alejo para volver a la fiebre hace ya
unos 10 años. Una década, esta última, fructífera en actividad, en escritura,
en creación de mundos. Respetó el orden cronológico para la lectura de sus
poemas, el mismo que guarda la antología. Nos fue posible apreciar la evolución
hacia una poesía cada vez más reflexiva, más nacida desde las emociones de la
naturaleza, más íntima, más sencilla también. Preocupada siempre por la
fugacidad, por la proximidad de la nada, por el necesario goce de la luz, de la
vida. Y atenta a cuanto de pérdida se advierte en derredor. Al haz y al envés
del olvido. Construida desde la sonoridad clásica pero sin someterse. Es autor
excelente de sonetos. Sonetos de donde la rigidez se ausenta, donde apenas se
observa su tentación de caja Y aunque no forma escuela, es posible observar en su obra el toque sensorial que baña a la poesía valenciana actual. Oriente a
donde tantos miran. José Elgarresta,
Alberto Infante, Alfonso Berrocal, escucharon a nuestro lado. Pablo Méndez, el editor, dijo que esta fue la
80 y última presentación del año. No está nada mal. Luego, fue imposible no
prolongar la tarde en el cercano Platea, lugar más que actual para dejarse ver y ser
visto.
2 comentarios:
Me hubiese encantado encontrarte el día de Eloy Sánchez Rosillo en la Alberti; sé que disfrutas de la puesta en escena de la poesía y el poeta murciano siempre elige un tono íntimo, hecho de sentimiento, sembrando en los lectores la idea de que la emoción es la piedra de toque del poema. Un gran abrazo y feliz jornada.
Por supuesto, José Luis, que me hubiera encantado, pero no poseo ese don afamado de estar en sitios distintos a iguales tiempos. Habrá ocasión, pero esta era estupenda. Seguro que disfrutaste porque tengo noticias de que disfrutaron todos. Buenos días y buen año, poeta.
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