Las últimas granadas Foto: MCBarri |
Españolísima costumbre esta de
presentar a un poeta a quien todos (o casi) conocen. Acto que persevera como
rito indeleble, como implacable ley física. Pocos se atreven a
contradecirlo, aunque algunos trasgresores y/o indisciplinados he visto. Bien
porque, cansados de molestar a los amigos, se presentan a sí mismo o bien
porque prefieren fajarse de inmediato con la faena, hartos de sonsonetes y
embelesos. La pirueta alcanza su cenit cuando el conductor de la tertulia se ve
obligado a alguacilar al alguacil, o sea a presentar al presentador. Y tan contentos. Como a veces nos hemos preguntado por la razón de este "hoy por ti y mañana por mí" y
su persistencia, es posible que en estos pasados días hayamos encontrado cierta
explicación. Y es que a veces hay presentadores que saben hacer su labor; labor que no debería ser otra sino la razonable de acompañar, explicar e incitar. Más
que suficiente para dos folios y medio (o tres) en times 14. Pero como a
algunos les parece poco aprovechan para transformar los tres infinitivos
anteriores en: presentar(se a sí mismos), confundir (al personal) y extender (el
aburrimiento). Con el estrambote, en bastantes ocasiones, de querer competir en
lirismo y extensión con el poeta convocado. Sería conveniente que los
aficionados a este lance conocieran la habilidad de LA de Cuenca, uno de los
más reclamados. A quien suscribe le entusiasma su actitud: elegante displicencia,
creo que se llama. EGT y Paco Marquina, también tienen su aquel. Javier Lostalé es pura amabilidad stajanovista, lo juro.. En fin, ¡ay del oficio y de quienes lo ejercemos,
gozamos o sufrimos, que somos muchos! Digo lo anterior porque tuvo suerte este
pobre cronista en su peregrinación tertuliana de noviembre. Tiempo este de las
últimas granadas y las primeras aceitunas.
El caso de Darío Frías. Vino el tudelano de gira por la meseta. El viernes 6 presentó en Madrid, En la región de Escitia, poemarío que toma por hilo sostén al exiliado Ovidio y con el que obtuvo el premio Nicolás del Hierro 2015. Lo presentó el poeta José Luis Morales que señaló la posibilidad de un estadio vital en Darío que pudo llevarle a una situación de soledad desconsolada pareja a la del poeta latino, pórtico y causa de la bellísima desolación que domina al poemario. A esto sumó unos certeros apuntes sobre su voz: estilo y técnica. Suficiente, exacto. El sábado 7 viajó Darío hasta Manzanares, presentaba allí Los nombres y los días, premio Ciega 2014 y allí le precedió la palabra de Cristina Cocca, quien contuvo su vena lírica para ponerse al servicio de la presentación, Destacó del libro su tono bíblico, de limpia
versificación, en donde la sintaxis de la muerte dialoga con la vida a lo largo
de las cinco presencias agónicas elegidas por el autor: la decadencia, el espanto, la
locura, el lenguaje y el silencio. Cristina fue breve y claridad. Aciertos comentados durante la cena con Santos Domínguez, premio Ciega 2015, con Antonio G. de Dionisio, gestor del premio, y con Antonio Huerga y Charo Fierro, todavía editores.
La Tertulia Arco Poético cambió de sede por obras en la habitual. Se ha trasladado a la B.P: Manuel Alvar. Inauguró, jueves y 12, el nuevo recinto José Luis Morales, poeta, antes presentador y ahora presentado. Tuvimos suerte quienes asistimos. José Cereijo encargado de abrir la sesión tuvo la habilidad de tomar una respuesta de José Luis a la pregunta ¿Cuál es su concepto de la poesía? y desde allí desliar las maneras de hacer del presentado. Precisión y claridad, dijo. Procurar que las cosas sean dichas de la única manera en que pueden y merecen ser dichas, Escribir sin veladuras ni abstracciones de aquello que la vida ha hecho de nosotros, de la emoción que transita desde nuestra conciencia hasta el silencio. Cereijo es hombre culto, leído y por ello citó con naturalidad a Ifor Evans, a Gil de Biedma, a Montaigne, a Emily
Dickinson y a TS Eliot. Dijo que el último libro de J.l. Morales -del que después leyó contundentemente- no desmiente a los anteriores sino que los legitima y ahonda. Y señaló cómo el texto inédito ofrece nuevos poemas, producto de lo que viene en llamarse poesía objetivista, la que describe sin adornos. Tan exacto estuvo el presentador, y tan transitivo, que la lectura no fue sino un disfrute de los frutos anunciados.
El siempre celebrado Pepe Elgarresta convocó para llenar el viernes 13 la Casa de Fieras del Retiro. Presentaba un libro físicamente desmesurado. En dimensiones y en paginación. Un tomo que recoge ocho de sus últimos libros (no todos), algunos editados, algunos inéditos. El color negro vitruvio añadía severidad a un recinto colmado de felices poetas amigos. José Luis Fernández Hernán, (a. Capi), de terno rojo excitante, tomo las riendas del asunto. No suele este presentador llevar textos escritos sino apuntes, lo cual dota a su discurso de una naturalidad que se agradece. y fue directo al toro: Elgarresta escribe así porque es así, porque piensa así. Es un hombre perennemente descreído, sin confianza ni en lo humano ni en lo sobrenatural. Un hombre que construye, desde la negación, poemas que cuestionan nuestro hacer, que tensan las intenciones: nada hay que celebrar contando si no es la denuncia de la incapacidad del hombre para resolver la vida, bien por necedad, bien por ofuscación. Puede parecer un poeta más de la desolación, pero no, aquí aparece argumentada, radical, sincera. Tanto así, se nos advirtió, que el poeta autor de Solo los dioses nunca duermen, que tal titula a su recopilatorio, apenas se preocupa por las figuras retóricas. Su decir reflexivo suele ser aprosado, libre de tropos castizos, tan solamente transitado por lo explosivo de alguna de sus imágenes. Y todo parecía cierto. Porque lo era.
3 comentarios:
Qué buena definición esa del reino de los presentadores. Como muy bien defines, hay dos presentadores de Premio Nobel, Luis Alberto de Cuenca, que ha hecho de la generosidad un ducado multiuso. Y Javier Lostalé, que es siempre la palabra afectiva de lo diario... Yo además he tenido la fortuna de sentir el verbo generoso de Enrique Gracia Trinidad, la solidaridad de Herme G. Donis, la estima de Luis Felipe Comendador... En fin, no se si es una costumbre hispana, pero un libro con verbo emotivo se defiende mejor... Como posdata confieso mi completo rechazo a las presentaciones escatológicas y al humor absurdo que deja en el callejón de la incertidumbre. Esos presentadores también existen... Abrazos desde Rivas.
Claro, José Luis, los maestros suelen dejarse notar por su naturalidad en el hacer, por lograr trasmitir con su solo estar en el sitio exacto, por su decir sereno. Todos hemos sufrido y gozado con este mundo de los presentadores, tan enquistado. A veces me parece necesario, en otras prescindible. Pero es.
Un fuerte abrazo, poeta.
Darío Frías Paredes es un plagiario que roba la poesía escrita por otros y hace ¨picadillo¨ de manuscritos inéditos de autores que enviaron libros completos a concursos en España y llegó al descaro de plagiar a poetas de España que descubrieron y denunciaron el plagio.
Publicar un comentario