martes, 29 de abril de 2014

Una, dos, todos

Una

María Antonia Ortega
    Puede parecer no creíble, pero fue cierto. María Antonia Ortega, invitada el pasado martes 22 a la tertulia Rafael Montesinos, leyó con fiereza. Quiero decir con la decisión de quien desea que su poesía muerda, dentellee, deje herida en la piel, haga presa. Para Mientras la luz fue novedad. Sabe, como todos, de su figura delicada y frágil, de su pausado porte, de su apariencia física que insinúa quebrarse. Pero María Antonia puede levantar una hoguera si desea prender su poesía. Leyó intencionadamente textos de libros distintos, a los que agrupaba en un continuo de fiebres.  Recitó uno de sus poemas primeros sajando la memoria, sin que le fuera posible permanecer sentada, paseando la madera del estrado en todas sus longitudes, añorándose, recordándose en los tiempos en que lo decía con una corona vegetal en la cabeza, vestida con túnica deslavazada. 
Mientras la luz, deslumbrado, quiso seguirle el rastro durante la semana del libro. Al día siguiente leía en CentroCentro, invitada por Juan Carlos Suñén junto a otros poetas, y el viernes 25 en la Odisea Poética que organiza Alfredo Piquer para Libertad 8. No nos fue posible. Y todo porque el don de la ubicuidad que se nos atribuye ya no funciona (el jefe no ha pagado a los dioses la cuota que lo renueva). Aunque algo sabemos en ausencia. De su actuación del viernes, dijo en FB Elvira Daudet, testigo presencial, que fue sofisticada y mística, cuya espiritualidad le ayuda a levitar en los momentos oportunos. Esto es más creíble. Pero no queda aquí su actualidad en esta semana, que sin duda ha sido suya, porque, a los tres actos citados, añadan la aparición en librerías de su nuevo libro: El emparrado, surgido de la mano de Nuria Ruiz de Viñaspre en la colección M de ediciones La Palma. Visitando su texto promocional hemos sabido que casi sustituye a la razón como posibilidad de desarrollo pleno de la conciencia, (sí, la razón es sustituida por la soledad), cuya capacidad genesíaca, que es la poesía, es capaz de proyectarse y concebir a mucha distancia. Los hijos de la soledad nacen con frecuencia lejos de su progenitora, y no siempre coinciden con ella en el espacio y en el tiempo. También que cuánto más cruda sea la realidad más suave habrá de volverse la palabra que la alude. Quede claro.

Dos

Pablo Y Rafael
   Se atrevieron. Al fin y al cabo era en su casa, en el café Comercial. Los dos, el editor y la principal figura de su catálogo. Se atrevieron a competir con los 193 eventos que a esa misma hora -19:00 del miércoles 23- estaban convocados en la Villa y sus alrededores poéticos. La gente desea ser escuchada, qué carajo. Fueron valientes, muy valientes. Mientras la luz los eligió por ello, tras una reflexión emocional e intelectiva. Mientras la luz conoce sus dos maneras de leer poesía, conoce sus dos maneras de construir la poesía y conoce sus diferencias. Uno musita, otro proclama. Uno ruega, otro exige. Diez poemas cada uno que supieron a poco, con la generosidad de que entre sus propios poemas, y sin ser expresamente señalados, se incluyeron textos de otros autores, algunos recién fallecidos. Se dijeron poemas de Domingo F. Failde, que seguro reconocería la poeta Dolors Alberola, allí presente junto al también sureño y también poeta Carlos Guerrero. De la lectura, peleada con los micros, sacamos una enseñanza, y es esta: la manera de leer un poema condiciona tanto su comunicación como su intención, cuando Pablo leyó un poema rebelde de Rafael, parecía un poema gatito, o sea de Pablo; y cuando Rafael leía un poema de Pablo acudía la rabia de inmediato. Cosas. Terminaron pronto. Se separaron. El editor se marchó, Castellana arriba, en busca del 1-0. El autor tomó otros caminos.    

Todos
Ana Bella cantando en el Café Gijón el pasado día 23
en el acto que organizó Verbo Azul

   Todos, explico, son todos los miembros de grupo literario y poético Verbo Azul. Fueron citados en el Café Gijón para leer poemas y/o relatos. Muchos acudieron. Ocuparon todo el ángulo interior. Pepe Bárcenas –no confundir con PP/Bárcenas-, ligado al grupo y ligado al Café Gijón, hizo de mecenas literario, de sabio agitador y gran maestre, lo que facilitó mucho las cosas. Presidían, tras un delantalito blanco, Ana Garrido y Juanjo Alcolea que convocaban, nombrando, a los lectopoetas. Para inquietud de algunos parroquianos, el acto que amenazaba, comenzó. Los poemas se levantaban sobre los murmullos del Café. Algunos clientes se quedaron. Poemas frente a un micro que vacilaba entre marchar o permanecer. Todos en alfabética hilera. Acudieron, según recuerdo, Cristina Cocca, Isidro Sánchez Brun, Hortensia Higuero, Ana Bella López Biedma, Eva Barro, Manuel Cortijo, Tano García-Page, Fernando Fiestas, Alejandro Cernuda, Francisco Caro, Fermín Fernández, Ana Garrido, Nieves Álvarez, Juan José Alcolea y un especial invitado. Los verboazules son infatigables. Todos. Volverán.

Todos, también estuvieron todos en el salón de la ONCE, recitando, leyendo, cantando... desde las 11 de la mañana hasta las 11 de la noche en un Marathón organizado por Elena Peralta y donde coincidí, mediodía del miércoles 23, con Ana Galán, Manuel Martínez-Carrasco y Rosa Jimena. También con Paquita Dipego, venida desde Lérida.  Oí cantar a Diana Trigueros. Volverán. Son tenaces.

2 comentarios:

JOSÉ LUIS MORANTE dijo...

Para un habitante de buhardilla perpetua como yo, acercarse a tu blog es desprenderme de la miopía ensimismada y percibir
lo que acontece en la rúa... Y leo con devoción tu prosa limpia y azoriniana, hecha de matices y sugerencias que hacen ver a Maria Antonia Ortega semilevitando, a Juan Carlos Suñén en trance umbrío y a Libertad 8 al completo con aire de cantautor. Gracias por saber tanto, Paco.

fcaro dijo...

Si yo supiera escribir, que dicen que decía Campoamor. Qué quieres que te diga, José Luis, de esta cruz alegre que es el visiteo poético. Ahora, en Madrid, las tardes son de plata.mientras la poesía se ejerce en cubículos cerrados. Uno va, pasa y calla. En otras ocasiones cuenta.Pero el sol ya se ha ido. ¡Cuánto me gustaría saber lo que tu imaginas que sé! Voy desaprendiendo. Recuerdas aquello de Machado, Manuel: "y hace tiempo que no bebo lo que dicen que bebía".
De todas formas, creo que seguiremos algún tiempo más. No sé cuanto.