martes, 15 de abril de 2014

Antes de que diluvie


Dios, que por detalles así nos avisa que existe, ha dispuesto esta semana de descanso antes de que diluvie. No hay sorpresa en cuanto a la fecha, está señalado para el próximo miércoles 23 de abril. Lo del día del libro se ha convertido para algunos en un nuevo diluvio, en un nuevo día de poesía a brazadas. No tuvimos bastante con el pasado 21 de marzo. Ni con Machado en febrero. La Comunidad de Madrid echa leña al fuego húmedo editando un folleto sobre el blancor de la noche donde todos quieren estar. Maratones, concentraciones, altavoces azules, púlpitos en ocho, quedadas… cualquier cosa vale para el poetiqueo lector que se anuncia. Desde la ONCE al Gijón, del Ateneo al Comercial… si no está usted convocado para llover: para leer, lleve paraguas. Será el diluvio. No hay remedio. Un buen amigo y editor,José Luis Loarce, suele decir: Los poetas, de uno en uno.  No le falta razón. Es la manera de no llegar calado a casa.   


Nieves en la librería

Un momento de la presentación
Foto: de la Red
Apurando las fechas, vino Nieves Álvarez desde Santander. Nieves es amiga de Mientras la luz desde siempre. Vino a la librería Antonio Machado del Círculo, que se está asentando en esto de las presentaciones como lugar de alto caché. Nieves es poeta de vocación a más de atender otros edificios del arte de la literatura. Termina de publicar, con Cuadernos del Laberinto, Desde todos los nombres, tal vez el libro más suyo de todo lo hasta ahora publicado. Fue presentado por Ana Garrido y Juanjo Alcolea que quisieron destacar el temblor rabiosamente humano y el compromiso unamuniano con la verdad que el libro contiene. Nace el libro, según se contó, de esta circunstancia: Nieves ha sabido tarde, muy tarde, de la presencia de su padre durante muchos años en los campos de concentración franquistas. En trabajos forzados. A esa conmoción siguió luego una investigación. Y tras esta última la urgencia de la creación poética. Es un libro sobre las raíces del dolor. No de uno en particular, sino del dolor de todos. De un dolor del que muchos fueron o quisieron ser ignorantes. Dijo que su padre respondió a este dolor con la alegría. Los poemas miran de frente a la realidad. Su decir sincero produce conmoción. (Véase el poema He nacido muerta). Presentado ya en Santander y en Madrid, pronto lo será en Ávila, Torrelavega, Alicante y Barcelona. 
Ana Bella López-Biedma, voz que atiende, cantó tres veces la hermosura.   

De dos en dos

Paco y Elvira. Lectura y atención
Foto: de la Red 
Está de moda, tal vez para contradecir a mi amigo Loarce. Está de moda leer de dos en dos, buscando suelo y/o cielo. Apoyo siempre. Alternativa. En esta ocasión sin color de reto, sino en clave de hermandad. Sucedió en Enclave Libros el viernes 11, a punto de bajar el cierre. Paco Moral, el joven editor y poeta, quiso junto a sí la reaparición de Elvira Daudet. Sabe lo que quiere y sabe la forma de conseguirlo. Tal vez soñó la exquisitez de su voz, lo rotundo de su voz, junto/frente a la sonora fragilidad de Elvira. Lo consiguió. Un público justo, a la medida y ya entregado rompió el tabú, la convención de lo selecto, y no dudó en aplaudir y jalear uno a uno todos los poemas leídos. Paco y Elvira, Elvira y Paco se alimentaban mutuamente. Brotó el calor, brotó la comunión, quién los vio allí y así será imposible que los imagine por separado. Apenas 20 poemas para quedar juntos en la memoria mía. Veinte, diez por poeta, suficientes para cerrar, qué lejos enero, áureamente la estación y esperar el tiempo de la penitencia. Tres ángeles vigilaron de cerca: Mara Troublant, Ana Ares y Cecilia Quilez (a punto de nueva luz) para que todo funcionara. Luego hubo vino en plaza pública con Carmina Casala, Eduardo Merino, Jorge Torres, José Luis Nieto, Aarón García Peña, Antonio Capilla, Patricia Pérez, Jaime Alejandre, Alfonso Bresmez, Alfredo Piquer…  la vida.

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He nacido muerta

Yo, aunque no lo creáis, 
he nacido muerta, 
y decía mi padre 
que hubo un tiempo 
en que los niños y los hombres, 
las mujeres, las niñas, 
las personas mayores 
-casi siempre- 
nacíamos muertas. 
Luego resucitábamos 
-o no- 
pero algunas 
se seguían muriendo poco a poco, 
de ciudad en ciudad, 
de llanto en llanto, 
de laberinto en laberinto. 
Se morían de pie o de rodillas, 
en el bosque, en la plaza, 
en las trincheras. 
Se morían de muerte artificial, 
de tristeza congénita, 
de repente,
de sobrarles la boca y el estómago, 
de seguir vivas. 
Yo, aunque no lo creaís, 
he nacido muerta, 
pero aquí me tenéis, 
aún sigo viva, 
intentando 
no quererme morir 
hasta el último aliento 
del reloj.

                     Nieves Álvarez

1 comentario:

NALMAR dijo...

Gracias Paco, por ser, por estar, por existir, por tu sensibilidad y tu honradez. No cambies nunca, Insisto, gracias. Versos y besos