domingo, 3 de enero de 2021

Consejo de Redacción, enero: Guadalupe Grande

 









Ha convocado de urgencia el Jefe. Domingo y tres de enero. Ayer, como de pólvora, se extendió por nuestro pequeño mundo la noticia de la muerte de Guadalupe Grande. Rápida, terrible. Ella, tan en sí, tan de la pelea, de la justicia. Con todo el peso detrás de una herencia y una historia que llevaba digna y sola. Qué será de la calle Alenza, de esa casa en donde Paca Aguirre vigilaba el sueño de la niña y de Félix mientras ascendía escribiendo trescientos escalones. Poeta de luz precisa. La recuerdo en Valdepeñas acompañando a su madre, acompañando a un padre ya señalado por la mano de Dios, demacrado y feble. Ella como sostén del mundo y sostenida. La recuerdo presentando a Crespo Massieu, amigo de la casa, en su lectura de la impresionante Elegía en Portbou que los recreaba. La recuerdo en Sanse como mantenedora del acto en que recibí el Pepehierro de 2010 y, esa misma noche, sentada junto a Félix en el frío y el banco de la plaza, esperando el taxi que los llevase al velatorio de Morente. O, en otras ocasiones, volviendo con ella en coche a Madrid. Impenetrable, atenta y tierna. Indecisa a veces. Poeta. No fui del círculo de sus íntimos, muchos de ellos buenos amigos comunes, pero supo distinguirme con su sonrisa, con su amistad y su elegancia. De los momentos juntos y justos que vivimos, la guardo en pie, enhiesta, clara, leyendo en la sesión primera –junio 2017– de la tertulia Poesía en el Bulevar, levantando un poema inmenso y lento a la memoria de su padre. ¿Con qué silencio, con qué palabras despedirla? ¿Es esto la vida?  ¿Cómo nombrarla?

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