Es el exacto instante
en que la espalda busca
sosiego en el respaldo de la silla,
y aquel que escribe alza
los brazos en su ángulo hacia el techo,
y el poema parece
conforme con el último
conforme con el último
verso final que le asignaron,
y no discute,
pero el que escribe
sabe que lastra, que sería
fraude y tristeza si quedase, claro
que ahora necesita su lumbar deshacer
la prolongada curva escribidora,
y entrecruza los dedos,
y estira músculos y cierra
la prolongada curva escribidora,
y entrecruza los dedos,
y estira músculos y cierra
sus dos ojos pardales,
y expulsa con los labios
en O el aire porque entiende
que el soneto precisa
–piensa un café y su ayuda–
de más autoridad, de más
verdad y sangre en el catorce,
y ensaya contra sí
una queja de fondo, y...
mas de súbito advierte [ahorro de energía]
en la pantalla y ve
en la pantalla y ve
a su Pc que pasa
a nada y negro sin guardar
en el exacto instante.
en el exacto instante.
2 comentarios:
En el instante exacto, a punto de ver, en el comienzo y todo queda oscuro como un hueco en la pared de la incertidumbre. Querido Paco, quedan dos opciones. Cerrar los ojos y comenzar de nuevo, o engañar a la memoria y decir resignados que al cabo aquel poema era solo un tanteo y que no merecía ser archivo a resguardo. De estas contingencias digitales está lleno lo diario. De tu poesía y tu amistad, no; así que siempre son necesarias y nunca descuidamos guardarlas bajo llave en el disco duro. Gran abrazo, de nuevo, Paco Caro.
Esos poemas, josé Luis, que se nos muestran esquivos, y nos torean, y nos dan largas. Y permiten que ocurran cosas. Es un simple accidente, pero que puede generar este intento de poema. Se agradece que estés siempre al tanto de la amistad y del concilio. También la poesía. Un fuerte abrazo.
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