jueves, 19 de diciembre de 2019

Cuento de Navidad con Miguel d´Ors



     

     Tengo con el poeta Miguel d´Ors varios asuntos pendientes que poco a poco voy, o iré, solucionando. Estorba un poco que él sea gallego y yo manchego. Una rima tan rotunda como pueblerina. Siempre me he negado. Viene la pelea desde una edición de Codex 3 que -oh sorpresa- apareció patrocinada por el Museo de Ciudad Real allá por 1981. No me digan que no es una excentricidad. Me ganó la sencillez de su ironía, la sagacidad mordaz con que se destila, la limpieza del trazo, el vareo aceitunero con el que trata las imposturas del mundillo. Tengo mucho papel suyo. En secreto, claro. Esta es la primera vez que viene a casa descaradamente. Por Navidad, no es frase hecha. Por ser Navidad decidí regalarme sus Poesías completas 2019. Lo hice ayer en una librería de barrio como mandan los cánones. Sepan que volviendo en metro, hallé acomodo sedente, oh fortuna. y abrí el tomo al azar. Esto encontré. LLoriqueas día y noche porque un antologuista dice pestes de ti / Consuélate, Trepario, más injuria te haría publicando tus versos. Y pensé en aquella expresión con que los modistas nos atacaban hace años: menos es más, menos es más, como si hubieran descubierto una islita para el principito. Alguien ganó el Loewe con ella. Miguel es otra pasta. Explica el mundo en el díptico ut supra y pasa de página. Por eso me gusta. Pero no hubiera escrito nada de esto si no fuera porque en el interior del tomo (680pgs.), y garabateado, encontré un texto en la trasera del marcapáginas con el que me obsequiaron. Minucioso y a lápiz. Logré descifrarlo. No son normales estas cosas, pero los cuentos de Navidad sólo son ciertos cuando ocurren. Debía ser del comprador anterior, que asustado por su mujer o la tarjeta, acudió a devolverlo
Dejo aquí la transcripción.

Trasera que se cita


Mesa de novedades,
treinta y nueve noventa.
Resoplé, qué hago ahora:
“Poesías completas”
de Miguelito d´Ors.
Pensando en los poetas
los de Renacimiento
las han puesto a la venta
a un precio heptasilábico.
Tal vez porque desean
vender mucho y barato
aunque no lo parezca.
Y yo que reconozco
mi devoción por ellas
las he traído a casa
calentitas, envueltas.
Venía muy contento,
mas al abrir la puerta,
sentí, avergonzadita,
llorar a mi tarjeta.
Es normal, niña mía,
que estas cosas te duelan,
pero en los culturales,
los del Mundo o Babelia,
sus duchos reseñistas
mucho las recomiendan.
Todo esto le decía
no sin mala conciencia
mientras la acurrucaba
en su nicho cartera.
Mas antes de ser muda
me espetó ¡qué franqueza!
No vas a aprender nunca
te crees cuanto te cuentan,
no ves, panoli, que ellos
no pagan, no les cuesta.



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