lunes, 9 de diciembre de 2019

Inédito de Carmen Jodra: Nuestra futura casa en Tjarnargata

             Nunca dejó de escribir. Aunque los últimos años no tuviera necesidad de editar. De Carmen Jodra iremos conociendo gota a gota nuevos poemas. Como este que ofrecemos gracias a la gentileza de Diego Román, su amigo. Viene provocado por una estancia de ambos en Islandia. Diego lo leyó el día del homenaje en el Ateneo. Comentó que fue un regalo de cumpleaños que la poeta le hizo. Se lo rogué.
Mientras la luz se complace en darle luz escrita. Gracias, Diego.





NUESTRA FUTURA CASA EN TJARNARGATA



No puedo precisar por qué aquellos días tienen
la cualidad del sueño (mucho más que otros viajes,
que otras vacaciones). Tal vez era la luz,
tan oblicua y dorada en el camino de la falla de 
     Almannagjá;
sí, la luz; también vivir con gente tan joven – aún se 
     me representa
Lukas en la piscina caliente: qué deliciosas
las diminutas arrugas junto a sus ojos; qué dulce niño.
Estar contigo. Los gruesos gatos que, acostumbrados
a la atención casi reverencial que les profesan
los más civilizados de entre nosotros, se dejaban 
     acariciar tranquilos, displicentes.
La luz; la llovizna. Nuestra futura casa en Tjarnagata:
un pequeño jardín muy verde en el que cuelga
un globo rojo. La cualidad amable del ensueño,
mirar hacia un futuro tan incierto y velado
como el cielo lechoso; por lo mismo, a veces se parece 
     a la esperanza,
cuando estamos de buen humor. Ovillos
de todos los colores, siempre de pura lana
de ovejas islandesas; la chica a la que vimos 
     esa primera tarde
(estaba despejado, una tarde preciosa),
que se había sentado en el césped, al sol, para tejer.


                                                               Carmen Jodra Davó


7 comentarios:

Federico Gallego Ripoll dijo...

Siento la eterna contradicción de su deslumbramiento. Poeta esencial, ¿seguiría en nuestra ignorancia cotidiana si no hubiera muerto,si no hubiéramos venido a rescatarnos de su transparencia en nuestras prisas, en nuestro afán de marcarlo todo, de señalarlo todo afirmándonos en ello? ¿Es preciso morir para que no mueran aquellos que deciden el silencio circunstancial de una vida feliz por otras causas? Tenemos que parar, volver a comenzar a mover de nuevo nuestra varita de zahoríes sobre el terreno baldío de la sobreabundancia de lugares comunes, regresar a rellenar cuadernos de muestras, mi mamá me ama, amo a mi mamá, con humilde buena caligrafía, atender al dictado que nos descubría el mundo movedizo de las palabras. Carmen Jodra era de las pocas poetas que yo le leo al mar para que el mar me devuelva una imagen mía de regreso al camino sencillo de la inteligencia y la emoción. Hacerme en ella voz, descalzo. Lejos de enunciados teóricos, de citas pretendidamente cultas, un momento de silencio: "se ha ido a dormir un rato, un rato, un minuto, un siglo; pero que todos sepan que no ha muerto". En ella, como en tantos otros que nos sobrevolaron hermosos, esperamos el momento de nuestra resurrección. Nos hemos ido muy deprisa de ella. Pasamos de su nombre a otros nombres para, al final, quedarnos sin ningún nombre, sin nuestro propio nombre. A, E, I, O, U. - C A R M E N . Al principio era el Verbo, y allí estábamos nosotros, aguardando a ser nombrados para ser. Nuestra futura casa en Tjarnargata espera ser soñada (todavía).

fcaro dijo...

Ojalá te lea, Federico. Aquella voz que deslumbró como luz inesperada, sigue iluminando. Dices bien en lo de muerte como catalizador de la memoria. pero yo te puedo decir que no se había ido de la presencia de nadie. También que hubiera podido estar sin publicar mil años y seguiría. Ella quiso para sí el sosiego de las amistades seguras, la claridad suave de lo íntimo, el juego de ser murada. Ojalá te lea. Su padre nos habló de un corazón azul y derramado. El poema habla de la fraternidad como una tentación ineludible. Doy gracias a Diego por facilitar y permitirme.

Mayusta dijo...

Emocionado. Gracias, Paco, Federico. Yo no supe nada hasta vosotros...un abrazo.
(Los gatos también se dejaban acariciar en París hace medio siglo, cuando aquí, al llamarlos, huían despavoridos...)

fcaro dijo...

Si, Mayusta, yo he visto los perros dormidos rodeados por la multitud en Grecia. Algo que me parece imposible en España, jamás he visto uno que no esté vigilante y te ladre. Algo debe pasar.

Anónimo dijo...

Enorme se mida por donde se mida. Gracias a tu información, maese Caro, he entrado a descubrir la palabra de esta "enorme" mujer. Gracias por el regalo.
Quede entre usté y servidora estos comentarios sin necesidad de ser publicados.
Feliz Diciembre, querido amigo.

Javier Díaz Gil dijo...

Precioso poema y emocionante. Gracias, Paco, por traer este inédito de Carmen. Ojalá vaya saliendo a la luz todo lo que escribió pues nunca dejó de hacerlo. Un abrazo emocionado.

fcaro dijo...

Precioso y piadoso,Javier. Esa piedad incontenida que vuelca sobre el paisaje, sobre las cosas y las gentes. Carmen Jodra.
UN abrazo amigo.