Valentín
Martín Martín es un poeta encendido, es una voz que arde en mitad de todos los
silencios y pantanos. Basta leer su sorprendente, ya desde el título, Paliques
en paloma. Más sorpresa todavía para los que acostumbrados al desborde
de sus longitudes nos hallamos ante una contención verbal que golpea los
hígados. Valentín es aquí lenguaje enjuto, sonoridad, sugerencia provocadora,
acción ausente, peso y decisión, palabra encinta, sorpresa. Y también lo inestable.
Poemas como vilanos de ligereza y densidad no acostumbrada. Desasosiego existencial.
Represada violencia que busca la rendija por donde. Luz en copos. Desprecio de
mayúsculas. De signos, horro. algo físico
y hermoso/ por ejemplo// y que te dejes. Poesía cierta. Segura de surco. Trazo
de tierra adentro, seriedad de toreo vitigudino. Versos como picas que ahondan
las grietas del amor. …memoria sin
alamedas/ el tiempo se escurre/ culebra/ deprisa/ eso era antaño. Palabra versus
sintaxis, a muerte. Hábiles descoyunturas que anhelan cómplices. Ante el papel,
delante de la tablet, hay siempre en Valentín Martín una necesidad de origen,
de orfandad contradicha. Y de deseo como vocación, como alambrada limes o como jardín
elíseo. Tan explícitos. Incontinentes, incontenidos. Y la palabra hallada tras
esquinas y migraciones –la que vino al cobijo de su gesto– es torre y pozo por
donde ascender y donde, Sísifo, sucumbir. O deviene en palabra huerto, lugar
donde doblarse para fructificar. Paliques en paloma es una tensión
sostenida, es una provocación de cavidades, una azada postista y efervescente.
Es una tentación personal-ísima. Un cielo sin estrellas, cuajado y surreal. Un menhir
que reta la desmesura de los prados antiguos por donde las yeguas galopaban.
Lenguaje sin azar que se sorprende a sí mismo en sus hallazgos, en sus referencias
culturales. O vitales. no te olvides/
pasarte de amapolas/ suben la caligrafía/ de los chopos/ y otros versos/
neuronales. Y en todo juego, revancha, sublimación: paso de sólido a gas,
edad en revuelta, lo no conforme, lo no con forma. Las arenas movedizas de la
aventura film. Flor donde explorar los recovecos. Dulzor que inquieta y dura.
Lo que eriza. Paloma y silex. Relectura. Vuelo y eternidad de aristas. Yo le
preguntaría qué disfunción, qué dolor nuevo, provoca el escribir un libro como
este.
V
habitar
tu corazón
beberme
todos tus ríos
crucificar
una clavija
que
amarre mi sangre a la tuya
y
luego quizás
sólo
quizás esperar
a
que pases y me hables
calumnias
que ya están muertas
o
peor aún
abrasadas
mártires
de tu poesía
XXX
me
corres río
me
escribes tan azul
serás
concubina
o
serás abril
resulta
inevitable la ecuación
XXXIX
tahúr
chamán
arrabal
apóstata
gamusino
falangista
el
mono de un sueño loco
todo
por conseguir
bailar
pamplinas
horizontales
con
el insomnio
de
tu esqueleto
2 comentarios:
Valentín Martín es un grande, sin duda alguna, que nos dará aún muchas alegrías literarias, porque el lenguaje es un instrumento sin secretos para él tanto en distancias cortas como largas. El libro apasiona. El marco bello de esta crónica, también.
Estoy contigo Miguel Ángel, la voz de Valentín, tan tensa y tan sugerente, marca un hacer distinto y con enorme amplitud poética. Debería estudiarse este libro, las novedades que aporta. Un abrazo.
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