Consejo de redacción de enero: Desafecciones
Perdonen
que hoy aflore mi subterránea vena manchega, pero estoy preocupado por
cuestiones que me atañen y que afectan duramente a mi tierra.
Parecía el Jefe inquieto, costumbre que le resultaba ajena. O cuando menos
lejana. A la repetidamente anunciada
dejación del oficio de poeta que de lejos venía anunciando Dionisio Cañas, tomellosero y neoyorquino a la vez (sic), se suma
la de su reciente biógrafo, el también poeta Amador Palacios, quien al presentar la recopilación antológica, Las palabras son nocivas, durante el encuentro
de Cuenca Poesía para Náufragos, declaró solemnemente que lo dejaba, que la poesía le había olvidado hacía
tiempo. Que no insistiría, que le intrigaban cada vez más los aprosados quehaceres. El silencio
de Joaquín Brotons, ya saben, viene
de décadas; no le acuden experiencias nuevas, dice de sí. Durante el exordio, los distraídos redactores se afanaban en escoger entre los últimos dulces de la juerga y los colmados chupitos de malvasía. No
demasiado atentos. Ni angustiados en exceso. Decir aliviados podría ser malentendido.
El jefe prosiguió. Por si fuera poco lo dicho,
otro poeta de la tierra, Manuel Juliá,
autor de La trilogía de los sueños –vida,
amor y muerte– anuncia en Face que su próximo libro de poemas, el que está
terminando, será el último. Que los relatos le esperan. Hizo aquí la mayestática pausa respiratoria, la que reclama atención. Ante tales cerrojazos de raíz torera,
mi pregunta: ¿Creen ustedes que escribir poesía puede llevar al aburrimiento, a la rutina y esa es la causa de tales renuncias? ¿O bien al contrario, que la tensión de escribir entre lo hostil y lo dócil termina por agotar? Inquirió el Jefe de una redacción que parecía escasamente alterada por las cuatro
desafecciones. Otros vendrán, dijo el
redactor colmillo, nunca faltan invitados
a esta fiesta. El novato calló, no conocía a ninguno de los cuatro, es muy
nuevo y de Galicia, qué culpa tiene. Creo que avisan, es de agradecer, para evitar posibles suspicacias, preguntas o extrañezas, que la poesía ha dejado de ser para ellos patria honda, confín, región secreta. Esperemos a ver si sus abandonos son definitivos, propuso la becaria, tan recatada
y prudente en esta ocasión. Estoy en
verdad desasosegado, continuó el Jefe casi para sí mismo, temo que el virus cortacoletas sea contagioso; el país, y La Mancha en particular,
están faltos de poetas, escasos de ojos que vean enigmas en las cosas, ¿no les parece?
NO, respondieron en mayúscula y negrita antes
de levantarse.
4 comentarios:
No te preocupes. Si son poetas, volverán, porque a la poesía ni se llega ni se abandona. Nunca la poesía ha dependido del poeta, sino al revés. La decisión no es nuestra en este campo.
¿Cuántas veces "se retiró" Chavela Vargas"?... Y ni la muerte ha logrado retirarla. Como Gardel, María Zambrano, Debussy, Claudio Rodríguez, Chagall... Chavela canta cada vez mejor. No se irán, no, porque sólo se van los que nunca han estado (y me parece que no es este el caso).
"...escasos de ojos que vean enigmas en las cosas". Brillante definición para aquellos que, al escribir, intentan caminar y mirar la existencia no como mero transcurrir, sino como vida que empujan las palabras.
Sé que sostienes que un poeta es sobre todo mirada. Mientras los ojos se sorprendan habrá poetas y tal vez, Federico, la necesidad de escribir, de escribirse.
Algo así debe ser la poesía, Emilio, yo no lo sé, pero lo sospecho. Un fuerte abrazo.
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