viernes, 14 de diciembre de 2012

La furia de diciembre (I)



Al que mucho pide, dale poco, me dice el jefe. Pero yo no puedo. Ruge diciembre. La redacción está tan desbordada en estas dos únicas semanas útiles del mes que es imposible atender a todos los actos. Hasta los sábados por la mañana, antes cojos, se levantan, andan. Esto parece el acabose poético: lecturas individuales, colectivas, abrazos, presentaciones, revistas, libros, agitación, deseo de estar, de mirar y ser mirada, de ¡a ver si vienes!. Superados, le digo al jefe. Si le parece no asistimos a ninguno, le sugiero, porque además tengo cenas prolongadas y comidas de confraternización y viva Honduras. Poco, me dice, pero algo hay que hacer, se nos espera.

De las revistas

Se adelantó a noviembre La Hoja Azul en Blanco, que edita magníficamente en Alcorcón el grupo poético Verbo Azul, su nº 17 atiende al vidrio y a la memoria de Vicente Martín. Espera al lunes 16 para dejarse ver Áurea, que dirige y sostiene Miguel Losada, y en el martes 17 lo hará Troquel, que promociona Isabel Miguel, expertísima en el tema. Cuadernos del Matemático, la más veterana, brotará dentro de nada. Demasiado papel furioso, pero induce al equívoco. Las cabeceras se reducen poco a poco. Es dura la vida del resistente, del guerrillero. 

Desde la mesa. El Ateneo pleno para Chicho
Foto de Lisi F. Prada
El día 11 lo hizo El Alambique con un especial sobre Chicho Sánchez Ferlosio, oportuno siempre. El Chicho que dijo aquello “Hoy se nace con el sino / de actuar por actuar, / la gente anda arrebatada / y no se para a pensar.” Lo cantó Amancio Prada un poquito antes del Ay de mi vida. Y más antes habló Lisi F. Prada, Isabel Escudero, claro, Carlos Aganzo (que dirige El Norte de Castilla casi desde Madrid), Antonio Bueno y Poni Micharvegas. Todos sobre lo inagotable de Chicho. Lisi leyó que era matemático, músico, científico, inventor, programador, filósofo, corrector, lingüista, escritor, poeta, rapsoda, trovador, cantante, compositor, actor, viajero, vividor…   
Buen número el 6 de El Alambique. Incluye uno de los últimos textos de Agustín García Calvo, tan su amigo de Chicho.  Una voz femenina, Diana Trigueros, cantó Gallo rojo, gallo negro con el susurro de una sala repleta de canos progres y de Fernando Sánchez Dragó, también cano, porque el tiempo no salva ni a los que mudan. Mi vecino de butaca abandonó resueltamente la sala cuando apareció Amancio, me dijo que no podía soportar. Tal vez le faltaba razón a David. Cantó. Contó jugosas anécdotas, aunque no todas. Al terminar, las más nostálgicas comenzaron a entonar viejos afectos combatientes, antiguas anarcorojerías..
Agustín Porras, el director, contento. Apenas tuvo tiempo para recordar que estas revistas no se distribuyen, que los canos presentes aprovecharan el acto para su compra. Siguen siendo obedientes, proclives a las inutilidades que nos salvan.

Esquina frente a esquina

El jueves se incrementó la furia. No hubo sosiego tras el paso de Antonio Gamoneda, al que no asistimos porque el médico de la empresa nos tiene prohibido ver a Juan Barja en directo. Les dejamos el enlace con el que el Instituto Cervantes propaga el acto. Y donde es posible verlo de un tirón. En otro lugar, en Leganitos, a sala repleta, Enrique Gracia Trinidad provocaba, deleitaba, con el cómo y el porqué de leer poesía. Aquí pueden verlo.

Ildefonso Rodríguez y Juan Carlos Suñén
Tuvo el volcán del jueves ocho bocas enorme. Nos eligió el jefe dos cercanas entre sí, dos esquinitas de Cibeles. En la antigua capilla del Palacio de Comunicaciones, hoy llamado CentroCentro, Juan Carlos Suñén ha creado un ciclo poético. Favorables/Madrid/Poema lo llama. El mes anterior estuvo Manuel Rico -que anda a correprisas paseando su Fugitiva ciudad por los rincones- y este diciembre le correspondió a Ildefonso Rodríguez, poeta y saxofonista leonés. Hicimos mientras pudimos: el acto comenzó tarde y como Juan Carlos introduce a sus invitados, tras escucharse, con un diálogo que pretende ser provocador, el tiempo avanzaba inane. Ildefonso es dueño de una poesía tan enjuta como sugerente, mas como la conversación seguía, seguía... debimos abandonar la capilla antes de la lectura del primer poema. Problemas del directo, que dicen los cursis canos. Nos fuimos. Las 18 personas que quedaron seguro que disfrutarían cuando Ildefonso pudiera leer. El lugar es magnífico, sobre todo si se soluciona el asunto del sonido.

Chema de la Quintana y Soledad Fariña
Nos esperaban en la esquina de enfrente. En la Casa de América, estaba anunciada Soledad Fariña, chilena de la Unidad Popular, atravesada por dictaduras y concertaciones. Dueña de una extraordinaria capacidad comunicativa. Amargord le ha editado La vocal de la tierra, que recoge sus tres primeros libros. Esther Ramón la presentó ayudándose de estampas cabalísticas, pero Soledad es un volcán andino. Ella misma explicó la génesis de sus libros mucho más pormenorizadamente de los que por aquí se estila: la creación del mundo, el popol vuh, dijo, la mujer y la mujer, el amor sin hombre, dijo, la voz de la piedra, su clamor, los colores, dijo, el compromiso, dijo,… Niall Binns que estuvo, y algo sabe de poesía chilena, escuchó con nosotros la lectura de algunos de los poemas que encontraron hueco. Y le informó de paso que los choroyes, usados por ella como antagonistas en su primer libro, no son aves privativas de Chile, sino que son las molestísimas cotorras argentinas que invaden con su verde cháchara infinita los parques (y tertulias, pensó alguien) de Madrid. Cosas. Bienvenida.  

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