jueves, 11 de marzo de 2010

Vicente, Maxi: dos amigos (en escena)

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Los de A-7, el grupo de presión vinipoético de Valdepeñas, tienen por lema escrito esta la leyenda: vino y poesía son la base de la amistad. El empedrado del patio de su bodega bien conoce la verdad de tal enunciado. Como lo saben Vicente Martín y Maxi Rey, dos amigos sin apuros. Yo también estoy de acuerdo. Lo que no sé es si la poesía es el peaje para llegar al vino, a los amigos, o si han sido los amigos y el vino quienes me han llevado a la poesía. Vale.

El lunes Vicente Martín, tan renuente a presentar libros, y tiene veintena, aceptó la invitación de los del Tomelloso para presentar “Como piel desnuda” el poemario ganador del último premio “Eladio Cabañero”. Su poesía llena de guiños a la fugacidad y la monotonía del vivir, al amor, a los destrozos de la infancia, llena de imágenes potentes, tensadas por el surrealismo, repletas de sorpresas envolventes, de lenguaje que busca, no se vio bien acompañada por las palabras que la precedieron. Lástima de la tinta de la impresora de Pepe López, lástima de los comunes lugares de la representante del Ayuntamiento, de su propaganda final. El libro, editado por Renacimiento, se vendió como a manos llenas. Como lleno está el libro. Como llena estaba la sala de poetas amigos. Después hubo vino. En colectividad primero y en petit tribunal tras la tormenta. Carlos Valverde hizo la foto antes de irse, con otros, a cenar a Mundi.


De modo igual terminó la aventura marciana de Maxi Rey en el solar de los Montesinos. Maxi, el ojo que mira, demostró su memoria. Anoréxica por la incapacidad de los megas para ocupar debidamente el interior de los cedés. Maxi, en una introducción primaveral, por irónica y tierna al mismo tiempo, habló de su trayectoria como filmador penitente de actos poéticos. Quiso, final de los setenta dijo y es verdad, que sus alumnos conocieran el rostro de sus poetas igual que renovaban el de sus futbolistas. Grababa. Y proyectaba después en el instituto. Superochos de 3 minutos, tiempo, pelas, VHS, cariño, euros, decisión, digital, dudas ¿por qué hago lo que hago? Para que los poetas se conozcan a sí mismos. Para que quede. Para que sea. Los presentes quieren ser ahora viendo. Comienzan las imágenes, el gozo en blancoynegro de un Rafael entre sonrisas, un García Nieto planchado, homenajeado, Rosales cardial, cordial. El comando Max actuando por las calles de Madrid. Sólo es posible ofrecer tres lecturas, disculpas de Maxi, los megas dice. Lee Rafael Morales, sus hijos y Concha en la sala, lee de más a menos, nombra a Concha, envolviendo, sembrando profundo. Lee Bousoño, Carlos, sintiéndose trascendente, aliterando con brío, elegante, el ojo de la aguja. Lee la testa renacentista de Pepe Hierro, humanísimo, cálido, recorriendo la casa con las manos abiertas, Maxi percibe que el fondo musical se le ha disparado. Fin. La gente habla: es muy poco el veneno. Desean más cianuro bañando su retina. Unos preguntan dónde puede enterrarse el tesoro para que nadie lo maltrate, para librarlo del azar, otros hablan del machadiano trance entre valor y precio ¿cuánto vale un tan desmesurado archivo? ¿cuánto cuesta? Mayte, mientras, hace fotos con leves movimientos digitales. Vean.

Después el vino, para cerrar el círculo. Rafael César Montesinos quiso pagar el de los manchegos, pero estos, por esta vez, no aceptaron. ¿Repetirá el intento? Morales Barba habló de las poesías completas de Joaquín Benito de Lucas que ha editado Calambur. Todos hablamos del último premio Blas de Otero. Antes, durante y después, la amistad. Siempre el vino. Bien lo sabían los de A-7.
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