viernes, 28 de junio de 2019

Consejo de redacción de junio: La canícula anunciada

Óleo de L. S. Lowry



     Buenos días. La canícula. Lo dicen las televisiones. Todas. Este es último Consejo de redacción de la temporada –dijo solemne y descuidado a un tiempo. Con las calores cede en Madrid la presión para asistir a actos poéticos y se divisa el asueto.  Pero quedan las redes y su desatino, pueden consultarlas en cualquier lugar y ocasión. Amorrados al móvil. Eso sí, sean ustedes selectos. Hay noticias que merecen. Búsquenlas. Esta por ejemplo: hemos sabido que estuvo en Madrid José Luis Rey, en la cripta del Gijón, en la prestigiada tertulia de Justo Sotelo, donde habló de su desbordado afecto por los gatitos que acompañan su vida, Remo y Lucho, y donde defendió que lo animales son miembros de nuestra comunidad moral por estar dotados de moral como estructura y contenido. Justo Sotelo termina la crónica con esta reflexión. En cierto momento José Luis nos contó que se quedaba embobado viendo moverse y comportarse a sus dos gatos, y por eso decidió escribir el libro. Mientras le escuchaba pensé que así nacen el pensamiento y la cultura, de un hecho cotidiano, de ver cómo cae una manzana, llega el agua a la playa o sale el Sol. Ya ven, pura delicia subterránea. Continuó el Jefe: Como no se puede estar en todos los sitios, y siempre hay momentos interesantes, Carlos d´Ors es otra fuente infatigable de conocimiento al que hay que seguir en sus informaciones. Acudan a él, es hombre activo y en plenitud de amistades. Lo hallarán en la vida y en face. También infatigable en sus reseñas y noticias editoriales es el poeta Santos Domínguez. No se lo pierdan. Sepan que Cicerón dejó dicho: Estos son malos tiempos. Los hijos han dejado de obedecer a sus padres y todo el mundo escribe libros. Es la frase con que Martín Rodríguez Gaona comienza su ensayo sobre la nueva lírica de masas (Defrens, Sastre, Marwan, Loreto y otros). La lira de las masas, lo titula. (Lira no ira, masas no musas). Santos Domínguez divulga su aparición con la intención de que logremos comprender el fenómeno. Máxime ahora que Elvira Sastre ha anunciado que va a llenar (21 de noviembre) el WiZink Center para que la escuchen leer junto a un guitarrista. ¿Creen ustedes que lo lograrán? Yo sí. Y pagando. Un caos genial, aseguran ellos (y aseguro yo). Intervino la becaria: Está usted algo anterior, Jefe, todo esto es producto de la crisis de la ciudad letrada, algo propio de los nativos digitales, hay nuevos paradigmas en la emisión, trasmisión y recepción de la poesía. Esta eclosión incontrolada es producto de nuevos valores: la autopromoción, la oralidad electrónica, la rentabilidad de la escritura adolescente. Escribir pensando en lo comercial que no en lo literario. El asunto es estar, estar, estar y aparecer, el asunto no es ser.
      De acuerdo –aceptó el Jefe–, pero en este territorio de masas virtuales es posible encontrar a francotiradores excepcionales, preocupados por la calidad y cualidad del lenguaje, borgianos empedernidos, tal es el caso del talaverano Alfredo J. Ramos que sigue destilando romero casi a diario. No me resisto a darles su aportación de ayer en fotocopia. Hela:
(Hablarle a Borges, 73). Dicen que Borges dijo o escribió: «Eso de que el plagio es la forma más sincera de la admiración, creo que es cierto».
Y nada más leerlo se me ocurre: «A mí también me lo parece. Nunca he entendido esos enfados monumentales de quienes han sido suplantados sin mayor menoscabo que el mero intercambio de nombres. Es más, intuyo que esas actitudes, con el ridículo egotismo que revelan, acaso demuestren un no estar a la altura del azar favorable».
Adenda: Hay, además, una definición del plagio en el “Diccionario del Diablo” de Ambrose Bierce que lo subraya: «Coincidencia literaria entre una prioridad carente de mérito y una posterioridad honorable». Y es que el plagio, como un directo homenaje, lo que muchas veces acaba fundando es el valor de la obra plagiada. El caso del «Quijote», con la reacción que Cervantes tuvo ante el “agravio” de Avellaneda —y ahí sí que había, además de una probable querella y afrenta personal, un conflicto económico—, es paradigmático: sirvió para que Cervantes traspasara, por así decir, los límites de su propia obra llevando la escritura de ficción a un terreno inexplorado y radicalmente nuevo: la invención de la novela moderna. Confundir el arte con la propiedad y las segregaciones del ego es, como mínimo, un signo de profunda miopía.
      Esto si me interesa, Jefe, aunque venga en fotocopia, soporte viejuno –dijo el redactor colmillo–; en el XVII era muy celebrada la costumbre del centón.  Aquellas enormes cantinelas versiculares fabricadas tomando versos conocidos, o no, de poetas de éxito. Las cosas son distintas ahora. Dicen que la justicia ha sancionado a algún atrevido oportunista que había remozado con éxito, y con nocturnidad, lo del corta, une, lima y pega. El asunto es que su afición no buscaba divertimento, sino que era usada para obtener ganancias económicas en ciertos premios. Fue a los tribunales por decisión de algunos de los plagiados. Hubo juicio y condena. El artículo de Alfredo y Borges llega tarde para él. Hubiera sido excelente testimonio ante el juez. Poder alegar que los demandantes en lugar de perjudicados debían sentirse alagados, acariciados. Así está el mundo de los poetas antiguos.
      El Jefe recordó que las televisiones decían que haría calor. Lo virtual es ahora lo real –dijo severo–, tanto en poesía como en meteorología. Ante el agobio anunciado, y lo áspero de la meseta, la asamblea acordó autodisolverse hasta septiembre. Nadie dijo donde iba. Ni si tenía patio. 

2 comentarios:

Mayusta dijo...

Genial. Todo. El Jefe está en estado de gracia. Mira, analiza, cuenta, nos ilustra, divierte, estremece y, sobre todo, nos incita a la reflexión. Mira que escribir "El asunto es estar, estar, estar y aparecer, el asunto no es ser". Anótenlo tantos y sean, por favor. Buen estío, Jefe...

fcaro dijo...

Mayusta,
El Jefe se va de vacaciones con su lío mental, demasiadas noticias. Ojalá y el verano nos devuelva a todos un poquito mejores. Más sosegados.