viernes, 26 de octubre de 2018

Poema: Cosas que pasan























































No sabía qué hacer con ciertos versos
que tengo desde ignoro,
que una vez escribí, que copié y envié,
y hoy duermen con hartura su mediocre
en mis archivos saco.

En ellos han crecido,
con lentitud y furia resabiada,
altos mohos de penas, 
fecundas humedades.

Tengo entre manos
ahora los cuarenta
folios desempolvados donde habitan.

Estoy, 20 de octubre,  
sentado bajo el cielo
de un olmo, en un tupido
banco de verdes sombras,
donde leo,
releo,
cuanto escribí y su daño.

Tramo qué hacer: sopeso
que estos poemas brunos,
trufados con olores a heptasílabo
henchido, algodonoso,
zurcidos con oficio de fatigas,
donde el lenguaje oculta más torpezas
de la que vivo y amo,
en pedazos caminen a la llama.

Jamás sean de nadie
aunque el invierno dure,
aunque el guardián se duerma,
aunque rueguen o lloren
o busquen compararse.  

Bajo el olmo he jurado, rejurado,
que por mí no serán
un caduco pregón o tinta insana.

Estaba decidido,
ya sabía qué hacer con estos versos,
ya estaban en los bordes
exactos de lo que arde, casi a punto…
cuando llamó Visor,
ya saben, Chus, que le gustaban.

5 comentarios:

Mayusta dijo...

Pregón sonoro, actual y sana tinta y como no, los versos al espacio, que insano es, después de tal trabajo, que el olvido al feliz poema extinga...

fcaro dijo...

Uff, veremos si es posible lo que propones. Le he pedido el Melilla a cambio. No sé, no sé.

Javier Díaz Gil dijo...

El Melilla como mínimo. Un abrazo, querido Paco.
Javier

fcaro dijo...

Qué menos, Javier, pero con el compromiso futuro del Loewe. Un abrazo amigo.

Esperanza Párraga dijo...

Curiosa manera de contar la vida de unos versos y su ilusión de ser. Un abrazo