jueves, 5 de octubre de 2017

Un poema de Eugénio de Andrade: Coração habitado

      

      Dice su traductor, Miguel Losada, que lo blanco viene a ser el componente esencial de su poesía. Un estado primigenio de inocencia. Un muro de cal levantado con palabras. Una señal de transparencia. Por eso ha titulado  Blancura a su selección de poemas de Eugénio de Andrade que ha publicado Polibea en la colección Orlando. Lleva razón. Jamás se desprendió el portugués de esa luz de infancia que siempre lo acompañó. El esplendor del blanco para hablar desde la intimidad del misterio.  Blanco y misterio, concreción y sospecha como senderos vitales. Eugenio es poeta de tiempo amplio, poeta para lectura sostenida. Nacida de nubes de espiritualidad, despojamiento y rebeldía, la sencillez profunda de su hacer es lluvia pequeña. Voz que termina inquietando hondo. Penetrándote. La obra de Eugénio es una habitación de claridades, un sur de geranios en donde residir. Pocos temas importan, y para ellos las palabras justas. Lejos unas de otras para que pueda, por las rendijas, orearlas el viento, pero al tiempo tan cerca otras de unas, que el viento sólo pase cuando se torne brisa. 
      Traducido, por Ángel Crespo, su amigo, en 1981, el conocimiento de la obra del solitario Eugénio de Andrade no ha hecho sino crecer entre nosotros. En 2004 apareció en Pre-Textos una antología amplia, hija de la edición de sus obras completas en portugués, llevada a cabo por Ángel Campos Pámpano. Cabe señalar el respeto de esta traducción de Miguel Losada, en donde apenas se aprecia la mano gestora. Los poemas aparecen limpios y capaces. Guarda el aliento del portugués original y lo aventa.     

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CORAÇÃO HABITADO

Aqui estão as mãos.
São os mais belos sinais da terra.
Os anjos nascem aqui:
frescos, matinais, quase de orvalho,
de coração alegre e povoado.

Ponho nelas a minha boca,
respiro o sangue, o seu rumor branco,
aqueço-as por dentro, abandonadas
nas minhas, as pequenas mãos do mundo.

Alguns pensam que são as mãos de deus
—eu sei que são as mãos de um homem,
trémulas barcaças onde a água,
a tristeza e as quatro estaçôes
penetram, indiferentemente.

Não lhes toquem: são amor e bondade.
Mais ainda: cheiram a madressilva.
São o primeiro homem, a primeira mulher.
E amanhece.


CORAZÓN HABITADO

Aquí están las manos.
Son los signos más bellos de la tierra.
Los ángeles nacen aquí:
frescos, matinales, casi de lluvia fina,
de corazón alegre y habitado.

Pongo en ellas mi boca,
respiro la sangre, su rumor blanco,
las caliento por dentro, abandonadas
en las mías, las pequeñas manos del mundo.

Algunos piensan que son las manos de dios
—yo sé que son las manos de un hombre,
trémulas barcazas en donde el agua,
la tristeza y las cuatro estaciones
penetran, indiferentemente.

No las toquen: son amor y bondad.
Más aún: huelen a madreselva.
Son el primer hombre, la primera mujer.
Y amanece.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Un gran poeta, Paco. El librito de Miguel Losada es una preciosidad y la traducción, como tú dices, muy limpia. Con Andrade creo que pasa lo mismo, en el aspecto de las traducciones, que con Wislawa Szymborska: lo traduzca quien lo traduzca siempre se reconoce la autoría original. Parece como si nuestro idioma fuera también el suyo (esto no quiere quitar mérito, por supuesto, a los traductores). Hace unos diez años Galaxia Gutemberg publicó una selección bastante amplia de Eugenio de Andrade, con el título de Materia Solar y otros libros. Es una buena recopilación.
Un abrazo
Eduardo

fcaro dijo...

Llevas razón, Eduardo, con Wislawa nunca se pierde el aliento poético a pesar de las traducciones. Mérito de ella, sin duda. Con el portugués, gallego o catalán es más fácil mantener la cadencia de la construcción versal y el sentido. Pero con otras lenguas algo chirría o se descompone creando incomodidad lectora. Andrade es un joya de claridad e intenciones.
Mi abrazo.