Ocurre como en los Consejos de Ministros, que a veces se
celebran fuera de su recinto habitual por motivos de conmemoración. Así ocurrió
con el último Consejo de redacción de Mientras la luz, llevado a cabo en
una localidad próxima a Palos de ls Frontera y famosa por sus asnillos algodonosos.Tal vez por tentación vocacional -o vacacional, tanto da-, el jefe
se permitió en su perorata una pequeña digresión que tiene su aquel. Dijo: Estas feraces tierras,
hoy pobladas de plásticos y fresones, me transportan a mi infancia y a un sucedido
que nada tiene que ver con la poesía, pero creo interesante trasladaros.
Ocurrió en un un lugar cercano al natal mío. Resulta que los devotos y devotas
dotaron a su templo con una imagen nueva del patrón: San Serení. Tal era el
atractivo externo de la talla, tal su amable compostura, tanto movía a rápida y
sencilla devoción, que pronto se extendió por los contornos la fama de ser un
santo muy acogedor y milagrero. El rumor llegó hasta un hortelano que estaba en
el secreto y que, dudando de tal calidad, se negaba a ir a contemplarlo. Y
menos a encomendarse o a rezarle. Tanto insistieron sus deudos que al final
aceptó visitar el altar donde se exponía. El hortelano, tras unos momentos de observancia,
recogimiento y meditación no fingida, comenzó su rezo. Texto que siento no
trasladaros con fidelidad y que haré a la manera de Menéndez Pelayo, de memoria
y por lo tanto con alguna inexactitud, pero con total veracidad. La
redacción, que no estaba acostumbrada a estas ocurrencias, permanecía
expectante o cuando menos atenta. El
rezo, continuó el jefe, decía más o
menos
San Serení de los Campos
que luces en el altar,
del pesebre de mi burro
eres hermano carnal,
en mi huerto te crié,
ciruelo te conocí,
los milagros que tu hagas,
me los apunten a mí.
La historia resulta
conocida, apuntó la becaria, que está crecida, y efectivamente, no sé qué tiene que ver con la poesía. A mi parecer, nada. Intervino entonces
el redactor-novato, que como bien saben nuestros lectores es muy leído, y ducho
en escuchar por muy asistidor, además de algo sosca. Y dijo: Es evidente que esta anécdota, cierta o
tramada, nada tiene que ver con la poesía, nada, pero desde luego mucho,
demasiado, con poetas. Aún duele el silencio que siguió.
1 comentario:
Magnífico consejo: así, con esa multiplicidad de perspectivas, da gusto. Síntesis perfecta.
Y eso se nota en Mientras la luz.
¡Un fuerte abrazo!
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