jueves, 24 de septiembre de 2015

Un poema de Francisco Jiménez Carretero: Infinitud

Francisco Jiménez Carretero
(Fotografía: MCBarri)
    


   Tienen para el paisaje los poetas manchegos una mirada interior innata. Debe ser por la falta de límites, por la ausencia de contorno que lo defina. Causa tal vez de su especial sensibilidad para levantar arquitecturas emocionales en los llanos y en las posadas del espíritu. Si Juan Alcaide aparece como el poeta bautista de tales realidades, lo cierto es que la oportunidad de caminar horizontes indefinidos, y de hallarlos dentro en plenitud, es seña identitaria para los poetas de la Manxa, de la tierra seca. Tal es el caso de Francisco Jiménez Carretero en este poema nocturno que titula Infinitud y que forma parte de su entrega Espacio interior. Una fusión íntima. Firmamento y piel en un mismo gesto, en una misma extensión de cereal oscuro: dos densidades que caminan sin luz hacia el hallazgo.  
Francisco Jiménez Carretero (Barrax 1948) forma parte de una feraz generación de poetas albaceteños de la que también forman parte Alfonso Ponce y Manuel Cortijo Rodríguez       

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                                       Infinitud












Echa un vistazo y posa la mirada
en el cielo estrellado
que cobija las noches y los días.
Tiembla bajo su curvo azul
donde el silencio es libre y se ahorma el aire.
Bajo él escribo. Con el campo afuera,
saturado de calma.

                                       Milenaria
y densa lentitud que huele a vida,
a irisado clamor sobre los trigos
y a pájaros con alas
cercándome levísimas
con un temblor
que roza las aristas de la luz,
estas manos ilesas que ahora escriben,
sin recurrir siquiera a las palabras,
de un lugar que se antoja inmensurable
donde el solo destello de los astros
no deja de acosarme cada día.  


2 comentarios:

Alfredo J Ramos dijo...

Un hermoso poema. Tiene dentro todo el temblor cósmico (también sin ese: a veces las cosas están más cerca de lo que parece, y menos mal que es así) de Los Llanos albaceteños, un lugar con peso propio en mi memoria. Gracias por traerlo.

fcaro dijo...

La llanura y los poetas, la bóveda limpia de 180 grados justos, Alfredo, y el silencio horizontal y profundo de los campos vigilados desde lo oscuro. Un magnífico poema de Jiménez Carretero ahora que el otoño comienza a anunciar la pureza de las noches de invierno.