lunes, 10 de febrero de 2014

El presentador y el misacantano

El presentador
 El presentador


   Raúl Nieto de la Torre es poeta, joven y doctor en Filología Hispánica. Con una tesis sobre la narrativa de Luis Landero. Es hábil para los títulos de sus libros. Zapatos para andar calles vacías es el de su primero. Difícilmente se olvida. En otra ocasión dijo que amaba la gran mentira de los ventiladores. A veces presenta libros de otros. Se le reclama. Como es joven, siente entonces alegría y responsabilidad. Dos punzadas en el costado. A ellas responde con otras dos. Quiere el perfil del autor y el de la obra. Es rápido y sagaz para la primera. Para la segunda acude a la ingenuidad de leer el texto que debe presentar. (Dijimos que aún es joven). Eso hizo para su intervención del pasado martes 4. En Ámbito Cultural.
El libro presentado
Dijo del autor encomendado que siempre está regresando, reencontrándose, al tiempo que dándose personal y literariamente. Regresar es otra forma de caminar hacia el futuro. De la obra, de Ácido almíbar, dijo que atiende, como un guante, a la personalidad de su autor. También algunas pinceladas que la lectura de la obra le provocó. La relación del niño Rafael con la autoridad representada por los paterfamilias, o por la Máxima Autoridad, a la que llama de formas diversas. Algo evidente hasta en los títulos de los poemas: "¡Lávate las manos!", "No me tires del pelo, por favor", imposiciones cotidianas a las que el poeta responde de forma decidida con cierto toque de irreverencia. Dijo también que su presentado se faja, cuerpo a cuerpo, con el lector, a quien busca. Que siempre escribe construyendo el tú, bien sea otro, bien sea autorreferencial. Un tú a quien pregunta, advierte y con quien se atreve, un tú a quien invita a vever o a bibir. Dijo Raúl de su presentado que escribe arriesgadamente, sin atisbo de gratuidad, con ironía que roza el sarcasmo. Ligeros y con verdad, emparentó los poemas con César Vallejo y su disturbio léxico-creativo. No se despachó mal para haber leído el libro. Y este es el problema, que no le queda tiempo para distraer al público con cosas adherentes. Cuando terminó Raúl, Rafael Soler se levantó, avanzó el atril frente a su público y. emocionado, abrazó con la vista al nuevo oyente, echose a leer.  


El misacantano


  El jueves 6 debutó en esto del papel. Aunque lleva numerosas lecturas, momentos antes de la misa David Minayo confesaba a los íntimos su desconfianza en la fortaleza de su voz. Infundada.
David Minayo en el centro, con pantalón blanco
Hizo muy bien su ritual primer oficio en la catedral de Vitruvio, en  el Café Comercial, Planta de Arriba. El editor, Pablo Méndez, es experto en estas lides, sabe tranquilizar. Dijo que el libro le gustó en su primera lectura y que estaba deseando editar a David. Sin novedad en el frente por ese flanco. Al otro lado de la mesa, la humanidad amparadora de Fernando López Guisado con palabras directas, claras, altas, habló de su amistad con el autor, de las primeras dudas del mismo, que él ayudó a deshacer, y sobre todo del espléndido fruto que significa el libro de tapas negras titulado El amor en tiempos de los desguaces de coches. (Algo largo ¿no?). Recalcó para animar a los presentes que era un libro de fácil lectura, poesía sencilla, clara y eficiente. Recalcó lo de sencilla, aunque no tanto lo de eficiente. El salón reventaba, lleno de gentes amigas, compradoras y jóvenes. Antonio Daganzo, David Morello y Eduardo Merino podrían también firmarlo. Leyó David con mayor soltura de la que pensaba y todavía tiene campo para la mejora. Vaya si tiene. Dejó para los bis sus poemas más celebrados del libro: el impresionante "Berlín". (Aquí lo pueden encontrar en versión Enrique Gracia)  y el que da título al libro, que dejamos para nuestros lectores. Luego, según la imagen de FB, hubo vino en la Planta de Abajo.

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EL AMOR EN TIEMPOS DE LOS DESGUACES DE COCHES

Me compré un coche nuevo:
lo llevaba al taller oficial, le montaba
repuestos de marca, pasaba
puntualmente
todas sus revisiones.
Le regalaba rosas,
la llevaba a cenar,
tenía
un anillo
escondido en el cajón de mi mesilla.
Pero con el tiempo se hizo viejo
y dejó de preocuparme su apariencia
y dejé de llevarle
a los mejores talleres
y dejé de servirle
el mundo en bandeja
y dejé de quererla.

Lo mantuve
porque aún no podía comprar uno nuevo.

Los desguaces
están repletos

de corazones rotos.

                                                    David Minayo

2 comentarios:

La Solateras dijo...

Gran poema este que nos traes, Paco. Ya sabes cómo me gusta la poesía clarita y nítida en la que me reconozco.

Y gran crónica, como siempre, la tuya.

Besos mil.

David Minayo dijo...

Muchas gracias, Paco, por la reseña, y por traerte este "amor en tiempos de los desguaces de coches" a este rincón de poesía tan importante. Un fuerte abrazo