viernes, 5 de febrero de 2010

La verdad en Poetas de OídAs

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El pasado jueves 4 de febrero estuve en Arganda. Arganda del Rey, esa villa a medio camino entre lo rural y la modernidad absurda del consumo. Allí, y desde el pasado octubre, una pareja de amigos míos lleva a cabo una experiencia poética de la que aún conservo el aroma. Verán, resulta que Antonio Daganzo, madrileño, y Carolina Paz, surchilena, enamorados entre y enamorados de la poesía han decidido actuar en su favor. En favor de la poesía, digo. Y de ellos también.

Cada primer jueves de mes, y en el Centro Joven anexo al Conservatorio de Arganda, celebran una supuesta sesión radiofónica de una hora de duración donde repasan la obra y la vida de un poeta. Cara al público, cara a la vida, cara a la verdad. La frescura y desparpajo de Carolina se une a la voz perfumada de Antonio, a la música dispuesta, a los aplausos, a los ojos abiertos y los oídos maravillados de los espectadores para crear el momento preciso. Atrapados, nadie se mueve, nadie pestañea. Los versos pasan. Exactos. Con la misma ternura, el mismo temblor y la misma ligereza que los 50 folios que guardan los atriles.

Ayer fue Bécquer. Otro día fue Aleixandre, otro Vallejo, otro Neruda. Para marzo preparan poemas de mujeres leídos por mujeres. Ayer, Maxi Rey -el ojo que guarda, la cámara vigilante, el testigo de tantísimo- estuvo para guardar testimonio de cuanto allí ocurrió. De cada rima desgranada, de cada roca enhiesta, de cada suspiro, de cada desengáñate así no te querrán. Y Maxi fue invitado a leer: histriónico sagaz, nos deleitó con una sugerencia haitiana a lo Darío Fo. También leí yo, compungido. Y Aurora, que lo sabía todo.

Carolina y Antonio proclaman de modo tan altruista como original su fe en la poesía, en toda la poesía. Su voz, su gesto, su rostro, todo tiene el tono indeleble de la verdad humana. Nada mejor que sus labios pueden encontrar las palabras de quienes escribieron buscando. El salón lleno, yo lo vi, aunque ellos dicen de días en que estuvo repleto. Yo sé que no tanto como están repletos ellos de planes y alegría.

Chilenos de Madrid, de Puerto Montt, estuvieron presentes. La fiesta terminó con un vino castellano bien escanciado y un delicioso pay de limón chileno. Hablamos de Nicanor Parra. Maxi condujo hasta Madrid, como a la ida. Como a la vida.

5 comentarios:

Enrique Gracia Trinidad dijo...

Estás a todo.
Difícil no tener en cuenta tu amable generosidad y esa sonrisa.
Fue agradable verte el día de Emilio Porta en Montesinos.
Nos vemos en la próxima.
¿Libertad, 8, el lunes, 8, a las 8, por ejemplo?
Abrazos.
Enrique

carolina paz dijo...

Por mi parte, sólo debo decir que una lagrimita emocionada se quiere escapar de mi ojo izquierdo. Yo no le dejo..., porque quiero escribirte, darte un abrazo lleno de palabras dulces, redonditas, casi un viento sureño de Chile. Gracias, amigo, por acompañarnos y por apoyarnos en esta bella causa: la poesía. Carolina.

Amigo Paco: una vez más, y de todo corazón, te doy las gracias por haber contribuido a convertir nuestra bécqueriana sesión del jueves 4 de febrero en una velada inolvidable. Un inmenso abrazo. Antonio.

Maribel Sánchez dijo...

Alegría de reencontrarte, tendré que acercarme por esta página con frecuencia, claro que lo haré con sumo placer.

Jorge Torres Daudet dijo...

Yo mismo me he llevado la sorpresa; me parecía conocida tu cara y... ahí puedes ver, un fiel seguidor tuyo.
Un abrazo.

Federico Gallego Ripoll dijo...

Querido "Embajador Plenipotenciario de los Poetas Que Andamos Por Otras Periferias": Por favor, continúa mirando y escuchado por nosotros... (y contándonoslo luego).

Un abrazo.