sábado, 3 de octubre de 2009

La casa del poema

.
Como arcano
cantero del temor,
sin ferralla ni arcilla
cocida –hasta ahora nada quise-
con mis brazos de umbral
arquitrabado, con las voces cimbras
y las ansias
levantadas en yeso y desaliño,
deprisa, muy despacio
–jadeos, piel,
amargos-
con los muslos
o cualquier otra parte de mi cuerpo
ya vacío,
-por ti- con peces en las jambas,
con las cuerdas
–mientras tanto no
debiera morirme-
de hielo y la tramoya
como acero enlabiado, como pira

contemplando a la jácena
lentamente ascender
a las altas clemencias, a tus ingles,
y amar en los vertidos hormigones

voy alzando
–derruyendo, tal vez-
tras cada verso, sobre azar,
la incierta casa
que sostienen -sin tú saber- tus lenes
nombres de nubes y aluminio.



(De Calygrafías)

1 comentario:

Jesús Aparicio González dijo...

"tras cada verso, sobre azar"

El verso se nos da, nos llega, uno tras otro ,y como si todos fueran los primeros, tras una actitud de mirada atenta, de escucha permanente a ese viento que entra en casa de ventanas abiertas.

Gracias por tu mirada, por tu escucha
Mis felicitaciones