martes, 22 de septiembre de 2020

Un poema: Árbol, niño, bisonte

(para Raúl Nieto de la Torre, poeta, 
y su aventura íntima de El retrato del uranio)

Como aquel que pretende
construir el poema a que se ve abocado
y en aparte procura      
convocar junto a él a unas cuantas palabras
que no existen aún,
pero son,
porque desea fuerte
salvarlas de la broza,
de la obviedad,
de los tristes adornos y añadidos,
y al fin consigue
escuchar su rumor al escribirlas,
y camina después
por la calle empedrada con ellas de la mano,
y respira su aroma, su voluntad de juego,
y las deja alejarse para poder llamarlas,
porque todo
–piensa– poema es verbo y para
que nazca y viva debe pronunciarse,
darse al aire,
que nos decía Claudio, y atender, con qué mimo,
si regresa canción,
árbol, niño, bisonte,
metal, piedra, bolsillo… por si así pretendiera
ser, quedarse
en nuestro alrededor
                                                y buscara refugio.

7 comentarios:

Pedro Torres dijo...

El poema es muy bueno. Y es muy poderosa la imagen de convocar palabras que no existen pero son necesarias, acariciarlas, examinarlas, dejarlas ir... y que regresen hechas poema.

fcaro dijo...

Amigo, Pedro, hay poemas que caminan a su amor. Uno debe procurar no poner obstáculo. O por lo menos los menos posibles. Gracias.

M. Luisa García Ochoa dijo...

A veces lo más difícil es la fluidez. Muy conseguida en este poema. Me gusta.

M. Luisa García Ochoa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
fcaro dijo...

No siempre acompaña, M Luisa, es cierto. Bienvenida cuando llega. Gracias.

Fernando Fiestas dijo...

Maravilloso, maestro. Y también me gusta la ilustración.

fcaro dijo...

Un fuerte abrazo, amigo Fernando.