jueves, 25 de noviembre de 2010

Madrid en brasas, La Mancha es líquida

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Dicen por altavoces, por blogs y las esquinas que el ambiente poético en la capital de España está encendido. Encarbonado. Lo dicen entre otros EGT y Leo Zelada, que saben algo de esto. Me contradicen, yo lo notaba frío. Pero debe ser cierto. Lo de ellos, digo. Hace días Angelito Guinda se iba furioso, sin tomar un vino, a terminar un texto sobre poetas aragoneses, venía de la India ¿lectura x Cervantes? y acudirá raspado de tiempo a la presentación del número dos de El Alambique. Para él hay trabajo, excitación. Y para Porras y Cereijo, agobiados con la revista citada. Lavapiés, dicen, es el nuevo París literario, lleno de tabernas donde poetas de medio mundo se entrechocan. Leo Zelada ofrece a compradores un libro en donde los idiomas fluyen de verso a verso. La releche es esto. Por si faltaba algo, David Coll aventa un catálogo de métricas y rimas históricas, ejemplarizadas en poemas de su creación. ¡Qué falta hacía! Coll es el nuevo fenómeno creado por la generosidad de Basilio Sial. Verá presentada su rotunda propuesta por la ironía de LAdCuenca. Será el lunes 29, en lo que queda del XIX en Leganitos. Si puedo iré. La portada es antológica. No me resisto a incluirla. El momento puede que también.

Si Madrid es el fragor, la madre de todas las batallas, allí, en el mismísimo frente, estuvo hace unos días Isabel Miguel, poeta con quien quiero, leyendo poco, escueto, limpio, haciéndonos viajar hasta los interiores con su mirada. Sin estridencias y búsquedas subterráneas, sencillamente pasando, viendo, contando. Qué placer. Por oírla me perdí lecturas hernandianas de Soledad Serrano y Enrique Gracia ¿novedosas? Madrid es un verso encendido que diría Esperancita (perdón, ella dice suelto). Otras llamas fueron Pere Rovira y Luis Muñoz leyendo versos –catalanes y traducidos- de Marius Torres en Blanquerna. Marius también nació en 910 y murió solo y en la tuberculosis antes de publicar. De ahí su leyenda en su tierra natal, la lleidatana. O la lectura suicida y piconera de Pedro A. González Moreno en el hogar jovial de los Montesinos, con la sala a reventar y Marisa luchando por avivar la lumbre. Voto para que halle la leña suficiente con que mantenerla. Haces, auténticos haces, son los que amontona en su leñera Julio Mas, haces americanos, astillas de madera traducida, prontamente repartida por Calambur.
Madrid es una brasa. La Mancha líquida. El sábado 20 en Torralba de Calatrava, en su reciente Patio de Comedias surgido de la imaginación y de la voluntad de su alcaldesa, quince gotas poéticas se reunieron para celebrar el agua pasada y su esperanza. Luis Díaz-Cacho, solanero y Julio Criado, fomentan estas rogativas poéticas, necesarias, desbordadas. ¿Lloverá? La Mancha, bajo los pies, esconde el corazón del agua, el frescor de las voces. Muy cerquita, en Daimiel preparan un homenaje a su poeta. Y Matías Barchino, quijote del Juan Alcaide, manchego y madrileño, agua y brasa, pelea - siempre desde el sosiego– porque la lluvia no apague el más decano y prestigioso premio de la poesía ciudadrealeña. Este año atizó la lumbre con José Luis Herrera y su Cuaderno de Britania. Arde todavía.

En fin, la temporada, que dicen que se anima. . Noticias últimas: ya no es el lunes lo del libro de David Coll. Será cuando el fuego del futbol lo permita.

Del encuentro poético "Gotas de Esperanza" celebrado en Torralba de Calatrava.

De izquierda a derecha. En pie: Eugenio Arce Lérida, Juana Pinés, David de la Sierra, Teresa (alcalde de Torralba), Pedro A. González Moreno, Natividad Cepeda, Julio Criado (editor), Pilar Serrano Menchén, Juan José Guardia Polaino, Diana Rodrigo y Nicolás del Hierro. Agachados: Luis Romero de Avila, Francisco Caro, Luis Díaz-Cacho, Elisabeth Porrero, Santiago Romero de Ávila y Luis García Pérez.
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1 comentario:

Grupo de investigación dijo...

Madrid me mata, La Mancha liquida.
Un abrazo y ehnorabuena, Matías.