miércoles, 10 de septiembre de 2008

Natividad Cepeda: poeta del amor


Natividad Cepeda es mujer, poeta y manchega. Vive en Tomelloso, donde nació y donde escribe. Hace unos días recibió en Villanueva de los Infantes un premio importante por cantar el paisaje manchego en los alrededores de la agreste pastora Marcela. Un precioso poema donde el amor hace libre a la mujer.

Natividad vino a la poesía de la mano de Valentín Arteaga, lo cual es una garantía de sensibilidad y buen hacer; desde entonces ha publicado cuatro libros de poesía: Poemas para un hombre, Sólo creo que llueve, Palabras desde el silencio y el reciente Memorial de amor y leyenda.

Estoy leyendo este último libro, editado por Hipálage. Hay versos de largo aliento y contenido. Hay poemas que atienden fundamentalmente al amor como afán, como liberación. Hay una cervantina Dulcinea que organiza el discurso poético de la pasión en el deseo. Hay un componente de luz manchega, de aire de llanura herida, de cal, de albas candeales, de hombres, del hombre presentido con quien aguardar la primavera.

El poema es siempre una verdad indiscutible acotada por la música y la emoción. Así escribe Natividad. Leanla.




EN TI QUIERO QUEDARME

Rescato un sueño pétreo entre abedules y robles
como un grumo de vida que se yergue
en la atalaya de un otoño fósil por el que voy subiendo.
Y me llama mi Hidalgo.
Me nombra con su voz abarcable
por mi aldea que es reino del amor.
La leyenda se funde por todos los caminos de la Tierra.
Por ellos va la melancólica pasión de un caballero,
y llega su peregrinar hasta la tierra americana
y en Asia, son piel de loto y samurai con yelmo
sus aventuras. Magia que por amor resurge.
Regresas, y a tu amparo del ideal humano
los pueblos se cobijan en su tamiz de siglos.
Todos te buscan. En las viejas posadas y albergues
llegan preguntando por nosotros viajeros
que sueñan encontrarnos entre heráldicos escudos,
libros de hojas desgastadas y velas que arden
en conventos. Vacía yazgo porque tu no me habitas.
Mi epílogo eres tú. En ti quiero quedarme.
Regreso de un espejo de siglos para afimar
que tú eres el único amor de Dulcinea.

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