viernes, 21 de junio de 2024

Un poema: La diana arpillera

 

Ilustración: Pedro Castrortega


Ella, la infancia,
la que hoy juega conmigo,
es un filo sin muescas, es un nunca
oxidado punzón, es una lezna
que horada en desgobierno
 
como broca procede,
es un dardo salido para no regresar,
pero que torna, flecha
que abandonó lo terso mucho antes
de conseguir saberme
 
así urde,
y jamás se extravía, bien conoce el camino:
la diana arpillera a donde apunta
su voz nueve años
es siempre la blandura de mi pecho, y llega
para clavarse sabia, para clavarse hondo,
aguzada en las noches como está
por los herreros turbios de la melancolía
 
ella,
que sin duda conoce
al hombre en hemorragia que ahora soy
y trama su regreso en la sospecha
de que dicto —¿sin tregua?— porque busco
lo que entonces no supe ni sangré
 
y en longitud de acero se me ofrece.