Antes que en la escritura
buscaste
en microscopios,
en el
rumor de cienos y en arterias,
en los
nombres que mueren y no mueren,
en los
sabios que miden edificios
o pesan
las desgracias,
en
dádivas de azufre
buscaste
en adoquines, en la catástrofe,
en las
gasolineras
que
vomitan a litros los errores,
en
tardas devociones que nacen insumisas,
en los
futuros timbres y alquitranes,
hasta en
las albahacas
cortadas
de su pubis… y en romanas arenas,
buscaste
entre los restos de los confesionarios,
en
riberas y andenes, en exvotos,
por
tibios infinitos,
por las
alcantarillas de los supermercados,
en senos
centinelas,
buscaste
en redivivos mataderos
y en
oasis de mármol
buscaste
por las altas alegrías,
en
salinos pronombres, en emplomados salmos,
en
almanaques
que,
turbios, confundían
los
sábados con pérdidas,
en el
afán
de las
camas estrechas, en un libro de Elytis,
en
poetas que fueron humillados
buscaste
contra el tiempo
de quien
desea y contra
tu
lengua tantos días mutilada, y no has logrado
olvidar
el recuerdo, Hellas, que aún persigues.