En numerosas ocasiones y por
diversos motivos hemos escrito sobre Nicolás
del Hierro: poeta, paisano y amigo. Pero es necesario hacerlo de nuevo ahora,
cuando en su madurez vital se van sucediendo a su alrededor los homenajes y los reconocimientos. Cuando
por ventura se cumple lo que tantas veces hemos pedido, que lo poetas puedan
conocer en el tiempo de su escritura el cariño y el respeto de sus lectores y
contemporáneos. Viene al caso porque Amigos de Piedrabuena, asociación de la
que formo parte, coloca este sábado, 9 de mayo, una placa en el lugar donde
estuvo la casa que lo vio nacer. Y lo hace con el único deseo de que perdure en
las calles de Piedrabuena, y en un bronce escrito, la admiración que por su
persona y su obra, dotadas ambas de envidiable claridad, tienen sus vecinos.
Hace tres años, cuando por estas
fechas se presentaba El color de la tinta (Vitruvio. 2012) libro que recopila
su poesía, Nicolás del Hierro dejó en sus páginas testimonio público de su
labor en la poesía manchega y española durante los últimos 50 años. Aquella que
comenzara en 1962 con la edición de Profecías de la guerra. En la actualidad,
hay que decirlo pronto, sigue su pluma en plenitud, en viva actividad. Recientemente,
en Ciudad Real y en Madrid, presentó un nuevo libro de relatos, Una ventana
abierta (Ediciones C&G), titulo que lo define como pocos.
Recogida en casi veinte títulos,
la obra poética de Nicolás del Hierro mantiene como argumento esencial su
compromiso con el hombre. Y de la voluntad del hombre como individuo en
esfuerzo para los demás hombres. En ese concilio de intereses, hermandades y
egoísmos que la vida supone, la poesía de Nicolás del Hierro indaga en los
caminos de la justicia y la hermandad. La palabra de Nicolás, nacido en 1934,
vísperas del conflicto, sabe del humanismo, de los sufrimientos y de las esperanza; es un
palabra que se construye, cálidamente sencilla, para las gentes de la calle,
para la cal y su luz, para los sueños. Sabe del equilibrio emocionado y busca
tanto la reflexión como el cántico “No escribo para mí – dice en uno de sus
poemas– sino para los otros, para quienes desde el crepúsculo se asoman por la
ingente ventana del poema y sus ojos son noche”.
El reconocimiento que por el
Ayuntamiento de su villa natal se hizo con la creación de un Premio Nacional de
Poesía que lleva su nombre, y que en estos días cumple su 17 edición, se verá
incrementado ahora por la espontaneidad de sus vecinos que desean que su obra perdure
en la memoria de quienes nos sucedan. Y todo esto por su compromiso con la
tierra que lo vio nacer, por la defensa de sus paisajes y su río, por su
lealtad con la historia y sus gentes, por la tensión con que ha perseguido la
belleza. En la calle donde vivió su infancia. Una infancia la suya como la de
tantos: la infancia de las calles empedradas, la del trabajo pronto y el pan
escaso, la de los tiempos duros de posguerra. No olvidemos que en sus primeros
poemas se definía como “hombre solo” pero también como perteneciente a una “generación nacida a
flor de bala”. Nicolás es poeta de
hálito horaciano, y con él he tenido la tardía fortuna de compartir afanes y
días, colores y sierras, poemas y tiempos de conversación junto al Bullaque. La
suya es obra de poeta forjado a sí mismo. Y tan necesaria para él como para los
demás.
Por esas razones sus paisanos y
vecinos de Piedrabuena quieren convocarse a las siete de la tarde del sábado 9
de mayo para compartir con él la alegría de acompañarle ahora y de recordarle
en la infancia de la calle Porzuna, a la que tanto vuelve en sus poemas. No le
faltarán calor y abrazo.
2 comentarios:
Merecídísimo Homenaje a un buen poeta,de humana voz y buena persona por la que, personalmente, siento gran aprecio y poéticamente admiración. Nicolas del Hierro que como bien dice Paco Caro "nació a flor de bala" ha vivido siempre en su vida y su obra. Un día escribió: "Llueve esta tarde; llueve cuando /
no está mi corazón para la lluvia."
Pero ahora, con esta lluvia de reconocimiento por parte de sus amigos y vecinos de Piedrabuena, impulsados por Caro, su corazón seguro que estará feliz recibiendo esta lluvia de afectos y de admiraciones a la que me sumo desde la lejanía con la simbólica lluvia de mi amistad con él, por él y por su necesaria poesía.
Gracias, Manolo, poco puedo añadir a la verdad de tu testimonio si no es mi gratitud.
Un abrazo.
Publicar un comentario