martes, 5 de mayo de 2015

Un bronce necesario para Nicolás del Hierro.



En numerosas ocasiones y por diversos motivos hemos escrito sobre  Nicolás del Hierro: poeta, paisano y amigo. Pero es necesario hacerlo de nuevo ahora, cuando en su madurez vital se van sucediendo a su alrededor  los homenajes y los reconocimientos. Cuando por ventura se cumple lo que tantas veces hemos pedido, que lo poetas puedan conocer en el tiempo de su escritura el cariño y el respeto de sus lectores y contemporáneos. Viene al caso porque Amigos de Piedrabuena, asociación de la que formo parte, coloca este sábado, 9 de mayo, una placa en el lugar donde estuvo la casa que lo vio nacer. Y lo hace con el único deseo de que perdure en las calles de Piedrabuena, y en un bronce escrito, la admiración que por su persona y su obra, dotadas ambas de envidiable claridad, tienen sus vecinos.

Hace tres años, cuando por estas fechas se presentaba El color de la tinta (Vitruvio. 2012) libro que recopila su poesía, Nicolás del Hierro dejó en sus páginas testimonio público de su labor en la poesía manchega y española durante los últimos 50 años. Aquella que comenzara en 1962 con la edición de Profecías de la guerra. En la actualidad, hay que decirlo pronto, sigue su pluma en plenitud, en viva actividad. Recientemente, en Ciudad Real y en Madrid, presentó un nuevo libro de relatos, Una ventana abierta (Ediciones C&G), titulo que lo define como pocos.

Recogida en casi veinte títulos, la obra poética de Nicolás del Hierro mantiene como argumento esencial su compromiso con el hombre. Y de la voluntad del hombre como individuo en esfuerzo para los demás hombres. En ese concilio de intereses, hermandades y egoísmos que la vida supone, la poesía de Nicolás del Hierro indaga en los caminos de la justicia y la hermandad. La palabra de Nicolás, nacido en 1934, vísperas del conflicto, sabe del humanismo,  de los sufrimientos y de las esperanza; es un palabra que se construye, cálidamente sencilla, para las gentes de la calle, para la cal y su luz, para los sueños. Sabe del equilibrio emocionado y busca tanto la reflexión como el cántico “No escribo para mí – dice en uno de sus poemas– sino para los otros, para quienes desde el crepúsculo se asoman por la ingente ventana del poema y sus ojos son noche”.

El reconocimiento que por el Ayuntamiento de su villa natal se hizo con la creación de un Premio Nacional de Poesía que lleva su nombre, y que en estos días cumple su 17 edición, se verá incrementado ahora por la espontaneidad de sus vecinos que desean que su obra perdure en la memoria de quienes nos sucedan. Y todo esto por su compromiso con la tierra que lo vio nacer, por la defensa de sus paisajes y su río, por su lealtad con la historia y sus gentes, por la tensión con que ha perseguido la belleza. En la calle donde vivió su infancia. Una infancia la suya como la de tantos: la infancia de las calles empedradas, la del trabajo pronto y el pan escaso, la de los tiempos duros de posguerra. No olvidemos que en sus primeros poemas se definía como “hombre solo” pero también  como perteneciente a una “generación nacida a flor de bala”.  Nicolás es poeta de hálito horaciano, y con él he tenido la tardía fortuna de compartir afanes y días, colores y sierras, poemas y tiempos de conversación junto al Bullaque. La suya es obra de poeta forjado a sí mismo. Y tan necesaria para él como para los demás.

Por esas razones sus paisanos y vecinos de Piedrabuena quieren convocarse a las siete de la tarde del sábado 9 de mayo para compartir con él la alegría de acompañarle ahora y de recordarle en la infancia de la calle Porzuna, a la que tanto vuelve en sus poemas. No le faltarán calor y abrazo.

2 comentarios:

blog del poeta Manuel López Azorín dijo...

Merecídísimo Homenaje a un buen poeta,de humana voz y buena persona por la que, personalmente, siento gran aprecio y poéticamente admiración. Nicolas del Hierro que como bien dice Paco Caro "nació a flor de bala" ha vivido siempre en su vida y su obra. Un día escribió: "Llueve esta tarde; llueve cuando /
no está mi corazón para la lluvia."
Pero ahora, con esta lluvia de reconocimiento por parte de sus amigos y vecinos de Piedrabuena, impulsados por Caro, su corazón seguro que estará feliz recibiendo esta lluvia de afectos y de admiraciones a la que me sumo desde la lejanía con la simbólica lluvia de mi amistad con él, por él y por su necesaria poesía.

fcaro dijo...

Gracias, Manolo, poco puedo añadir a la verdad de tu testimonio si no es mi gratitud.
Un abrazo.