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domingo, 6 de febrero de 2011

También vive febrero

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Fanny
Si no fuera así ¿de qué? Es oficio bien pagado éste de acudir, oír, contar. Y vespertino.

Qué otra razón puede haber, si no es esa, para escuchar la voz desmadejada, destartalada, de Juan Pastor “Devenir” convocando a los nostálgicos del compromiso en el sótano de Blanquerna: copadecavafría siempre al finalizar, porque resistas. Era jueves3. Fanny Rubio, charladora, sobreleyó unos folios sobre la rehumanización de/en la poesía española años 30, 40,… hasta dar por fin en Blas de Otero, que le tocaba. Sin novedades. Esto me interesó: dijo que cuando Sabina de la Cruz, en sus ausencias, la dejaba al cuidado de Blas, ella le hacía natillas bienintencionadas, natillas que el vasco despreciaba por incomibles. Blas solo, silencioso, quedo, lejano y preso en su cuarto, frente una la luz exterior que los cristales apenas equivocaban. Cartesiano, como siempre, José Ramón Ripoll hablando de su profesora Aurora de Albornoz. Regresada, compañera de viaje, poética y política, olvidada. No faltó la consabida anécdota del abrigo de visón en los mítines del Pozo del Tío Raimundo. Y Juan Cruz, el del país de Alfaguara, recorriendo la perplejidad, el amplio espectro de Vázquez Montalbán. ¿JV? Sí.

Como reina en su trono. Agradecido por la pleitesía y con un educadísimo distanciamiento. Lleno, pero no henchido. Cortés, amable hasta el justo borde de la ironía liberadora. Con un inconfesable deseo de ejercer de maestro de ceremonias, de su ceremonia. Amigo siempre. Así soportó/gozó Luis Alberto de Cuenca en el Circulo de BA la tarde del viernes4. Javier Vázquez Losada, del oficio, había buscado y reunido, tiempo ha, unos textos sobre su vida y obra -algo antiguo esto de vidayobra- para el digital otroLunes nº8, a donde encarecidamente remito. Textos que ahora los chicos de Neverland, Recaredo y Raúl, han pasado a papel, salvándolos de la burbuja virtual. Se presentaba “Alrededor de Luis Alberto de Cuenca”, Luis Alberto sólo hay uno, como Luis Miguel. Se lo merece. Miguel Losada dijo que su poesía es accesible, remarcando las dos ces; Emilio Pascual, memorioso, le recordó a su bisabuelo; Van Halen: un soneto; José María Merino, el origen de su amistad; José Luis Morales, un soneto profesoral; Lorenzo Silva, lo gótico, lo negro; Félix Grande, una infancia común con el Guerrero del Antifaz; Irene Zoe, sus ausencias y presencias en el CSIC de Medinaceli. Me fui, ya verán dónde. En los asientos quedaban innumerables amigos de LA, esperando turno: Chus Visor, Enrique Gracia, Fernando Beltrán… ¿JV? Sí.

Jl Morales en el
Cafetín Croché
A veces hay trabajo nocturno. Mejor pagado. Con los amigos de La Moderna, el bartaberna de la Avenida Ciudad de Barcelona13 donde bebía sus versos Pepe Hierro, en donde miran todavía sus dibujos. Allí llegué peripatético desde el Círculo. Maxi Rey se había encargado de que José Luis Morales practicara con nosotros los oficios de amigo y de poeta. Y ejerció ambos con paciente generosidad, empapando a sus poemas de franqueza vital, la que suele cuando se encuentra a gusto. Como allí, con las 30 personas que lo cercábamos. Luego hubo viandas y los famosos callos de La Moderna. Algo tarde. Retirada. ¿JV? No.

Poeta, plástico/abstracto, compilante sin freno, ciclista y agitador, Fernando Sabido vive su momento más dulce. No es que esté en el ajo, es que mueve la cazuela, el guiso donde se agitan numerosos poetas y similares de la riada madrileña. La tarde-noche del sábado5 llenó hasta el desborde el poebar “Los Ángeles Azules”. Cientos, casi, de personas durante dos horas. Agolpadas, circulantes, intermitentes, olvidadas ¿o no? del tabaco. En la misma puerta: con Isabel y dos amigas, con Santi Tena, con Laura y Ángeles, con Pablo, el de la barba en flor, con Guinda, -otra vez- que llegó tarde y sediento. Leyeron ante mí la mitad de los anunciados: andaluzas, argentinos, búlgaras. La otra mitad leyó sin mi presencia: fue el empeño de Maxi, que no desenfundó, porque bebiéramos algo de la noche que brillaba en los aledaños de Fuencarral. Nocturnos, bebimos. No todo. ¿JV? Si, un ratito.
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6 comentarios:

  1. Al último acto, el que removió con su arte Fernando Sabido, asistí via internet y lo disfruté. Y disfruté... Ángel Guinda debió de apagar la sed porque estuvo muy bien.

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  2. Por allí estuvimos, Amando. Unos metros detrás de la cámara. Sentí no ver a Guinda en directo. Estuve con él momentos antes. Lo veré el jueves. Un abrazo.

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  3. José Luis, créeme si te aseguro que hay veces que yo tampoco entiendo lo que escribo. Son curiosos estos finales de párrafo.

    Un abrazo. Paco

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  4. gracias por la mención, paco, y un abrazo

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  5. Las gracias a ti. Por estar. por saber estar.

    Un abrazo. Paco.

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