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No sólo Miguel Hernández nació en 1910, también lo hicieron Luis Rosales y Màrius Torres. Con vidas, obras y audiencias muy distintas. Algunos actos los han recordado, pequeñas acciones que apenas han logrado abrirse paso entre la marea popular que ha supuesto el recuerdo del oriolano.
.Luis Rosales
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Luis es uno de los grandes. Uno de los grandes poetas de la España del siglo XX. Aunque solamente sea por haber escrito la maravilla de “La casa encendida”, allá por 1949. Pero sobre todo por la personalidad de su voz. Un surrealismo de timbre humano y una construcción del verso personalísima han hecho de su voz un referente para la poesía en lengua española. Los accidentes de la muerte de Lorca y de su posición política tras la contienda en nada enturbian su enorme valor poético. En junio, el centro cultural que lleva el nombre de su libro, “La casa encendida”, le dedicó un homenaje con una multitudinaria lectura poética del texto. Y hoy, 16 de Diciembre, la revista “La hoja azul en blanco”, editada por Verbo Azul, hace público en Alcorcón el número homenaje que le dedica y en el que colaboran numerosos poetas madrileños. La poesía de Luis Rosales tiene su lugar asegurado, por encima de olas y modas.
.Màrius Torres
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Poeta leridano. 1910-1942. Las mismas fechas, la misma tuberculosis que Miguel. Murió inédito y solo, aunque no sin cuidados, en una clínica de montaña. Su familia, burguesa y republicana, estaba por entonces en el exilio. En 1947 aparecen en México sus Poesies, con 96 poemas de los casi doscientos que escribió en su vida. Poeta en catalán, el ámbito de su conocimiento ha pasado de la Lérida natal a Cataluña y poco a poco a España. Hay una edición antológica y bilingüe de DVD, reciente y aceptable y otra de su obra completa por Milenium. La Revistatlántica, gaditana, que dirige José Ramón Ripoll, le ha dedicado un monográfico, que con escaso público se presentó ayer, 15 de diciembre, en la Biblioteca Nacional. Poesía rigurosa, música de la soledad, de la serenidad en la derrota, de la aceptación.
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Por menos conocido, ofrecemos este poema de Màrius, en traducción de Alfonso Alegre Heitzmann
Dulce ángel de la muerte, si has de venir, mejor
que sea ahora.
Ahora ya no temo tu beso helado,
y una voz me llama en la tiniebla clara
de más allá del vado.
Del sufrimiento pasado tengo el alma madura
para bien morir.
Todo aquello que he amado solamente perdura
en mi corazón como una prenda de ayer,
fría de tan pura.
Del limo de esta tierra, empapada de lágrimas
mi anhelo me separa.
Morir debe ser bello, dejarse sin esfuerzo
llevar por una nave sin remos, timón, velas,
¡ni lastre de recuerdos!
Y todo mi futuro sembrado está de sal!
Me da pereza vivir aún mañana...
Más que el dolor sufrido me hace daño
el dolor que aún me espera,
aquel que se prepara.
Y casi ofrecería, por morir ahora
-¡morir para siempre!- mi alma inmortal.
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2 comentarios:
Por favor, corregid el tercer verso, está mal transcrito. Debería decir: "ahora ya no temo tu beso helado"
Alfonso Alegre Heitzmann
Gracias, Alfonso. Corregido queda. Y mis disculpas.
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