domingo, 8 de febrero de 2009

El milagro de Vitruvio


(De izquierda a derecha)
Pablo Méndez, Julio Mas, Alfonso Berrocal y Sergio Rodríguez



Ediciones Vitruvio es una delgada y ambiciosa editorial de libros de poesía.


Todos sabemos de la anorexia que sufre la edición poética en España. Salvo los nombres sagrados, el resto, los autores humanos, se ven abocados a situaciones que rozan la marginalidad. Abundan las editoriales pequeñas, provinciales, de tiradas escasas y reparto en mano; otras están asentadas en las traducciones a costa de obviar la producción en castellano, las hay de paso lento, que buscan la duración del catálogo, al lado de las que aspiran al pelotazo fugaz. Existen Visor, Hiperión, Tusquets, Pre-textos y DVD. Pero todas ansían descubrir al joven resuelto a quien encubrar y en quien apoyarse.

En tal ecosistema crece Ediciones Vitruvio. Un junco propiedad y gestión de Pablo Méndez. Mantiene dos colecciones Covarrubias (portada blanca) y Baños del Carmen (negro definitivo). Pablo comenzó a editar cuando tenía 19 años. Nunca supo si le gustan más los libros o la poesía -les recomiendo la lectura de lo último, Blues de Alcalá- por eso decidió unir sus aficiones. Parece que vive de ello. De la edición digo, no de la escritura.

Conozco en su cercano alrededor dos buenos amigos: Julio Mas y Alfonso Berrocal, con él en la fotografía. Y en un radio algo mayor una pléyade. Con el primero de ellos termina de dar a luz un proyecto que está teniendo enorme repercusión: la edición bilingüe de Vive o muere, el libro de la americana Anne Sexton, que compite con la poesía de Sylvia Plath en las estanterías. Se lo merecen ambos. Yo estuve en su presentación en el Ateneo de Madrid.

Hace unos meses presentó dos antologías de primera magnitud: Sobre andamios de humo de Alejandro Céspedes y La erosión y sus formas de Pedro A. González Moreno. Antes lo hizo con José Elgarresta o Jesús Javier Lázaro Puebla. Todo ello hace que lo sienta cercano a mis gustos, a mis intereses.

Su colección emblemática, Baños del Carmen, comenzó con Gloria Fuertes, amiga del editor, y desde entonces ha ido mezclando apariciones de primeros libros de autores noveles con otras recordatorias de poetas ya sabidos. Es posible encontrar al lado de los clásicos -Juan Ramón, Bécquer, Pessoa, Quevedo- a nombres reconocidos - Carmen Conde, Rafael Montesinos, Emilio Prados -, pero a mí me encanta el catálogo por Sonia Fides, Ana Ares, Jordí Bresoli, José Luis Nieto, Paco Moral, Antonio Daganzo, Maximiano Revilla, Raúl Nieto de la Torre, Juan Pedro Carrasco, Laura Gómez Palma, Francisco Cenamor, Jesús Aparicio... por citar sólo a los amigos.

El continente, elegante y austero, enjuto y asolapado, descansa en la rotundidad de una bodoni a veces demasiado pequeña para mi gusto. La distribución, que ignora las expediciones, se basa en la red de La Casa del Libro, aunque es posible encontrar sus títulos más señeros en otras librerías. Él, Pablo, sabe lo que quiere y por qué mantiene esa línea. Es un hombre realista, enemigo de aventuras que pongan en riesgo la realidad de un empresa que descansa sobre el buen criterio de su unipersonal consejo de dirección. Un lugar donde no es posible engañarse.

Dice que entró en la poesía a través de Emilio Prados. Yo creo que también en la edición.
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