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Pilar Serrano de Menchén
(Publicado en Lanza 01/12/08)
A las aventuras de los caminos se fueron o vinieron desde muchos lugares de la Provincia, el día veintidós del mes de Noviembre, los poetas de Ciudad Real, a recordarse y vivirse, hablarse en rimas a su modo y manera, todos alborozados por verse reunidos, juntos, que fue de alegría esa reunión; celebrada, por lo generoso del anfitrión o dueño de tal alcázar: señor don Eugenio Bemejo, en el Palacio de la Serna, que se dice y está en Ballesteros de Calatrava.
Y fue posible tal junta, porque los priostes de la Asociación de Escritores de Castilla La Mancha, con algunos maravedíes que recibieron de la Junta de Comunidades, a tal honor de ser dichos priostes muy principales, insignes hombres de letras, hidalgos caballeros, citaron a los que digo con mucha prosapia, para que todos dijeran sus versos a la tierra de este común de gentes, darse gusto de oírse, reunirse principalmente. De acá de acullá acudieron ellos, los poetas, con su hatillo de versos, hasta Ballesteros de Calatrava, a los salones de ese Palacio de la Serna, tan bellamente condecorado o redecorado por el pálpito, sabiduría y hermosos sentimientos de su dueño con maestría.
Y fue de ver dicha reunión, por el recibimiento de la amistad y cercanía del que otrora se dice vate o Marqués de la Piedra Buena, a la sazón bien escribido y sabido en sus muchos saberes de libros, con orla además, de luengos tiempos, Vicepresidente de la Asociación de antes, que se nombra don Nicolás del Hierro; pero a su caso, y porque no falte punto a la verdad, el apellido no es sino blasón de llevar muy a lo firme su pasión por lo poético, aunque tan llanamente que no hay más que desear.
En igual concordancia se aventuró a pasar lista: muy a lo hidalgo y con finura, un Caballero principal en las letras y en las hidalguías antiguas y linajudas de sus apellidos, titulado Conde de la Sonrisa; porque con ella va o fue deletreando nombres y apellidos de los que llegaban, muy galanamente, sin faltar coma, de la a a la b, pacientemente, por la hilera de nombres o lista que pergeñó en un Amén. El tal Caballero, se nombra o dice don Francisco Caro; poeta muy principal, al que se le unen otros laureles y dones, que bien quedaron patentes luego interin a la vista de todos.Y fueron desfilando al estrado: adornado con rosas, pétalos dejados al socaire del aire benditísimo de tan hermoso lugar, los poetas, a decir lo que ellos escribieron o habían escrito antes.
Lo cual, con el silencio de los que escuchaban, con la armonía de las guitarras en concierto de dos señoras, que gentilmente se titulan Grupo ITACA, se produjo el milagro de que la emoción fuera signo, o sino, verse aunados o unidos por el corazón, en lo junto, muy a lo menudo, por esas hermosos poemas que salían o salieron a darse abrazos y parabienes.
Antes, dichos “Poetas con paisaje”, muchos de ellos, aún recordaban la última vez que fueron convocados en la Capital de la Provincia por el entonces Diputado, o disputado por su buen hacer, que tanto dá, Gentilhombre de las Ferias: don Manuel Juliá Dorado; que venía entonces, en el año de gracia de 1984, no sólo a ser hidalgo en las letras, escribidor de buenos y profundos versos, sino que, en aquellos lustros, era mandamás de la Cultura en la Diputación. Y ocurrió que en el I Encuentro de creadores manchegos, (pintores, escultores, escritores estuvieron allí) después de varias jornadas, se dieron a decirse unas conclusiones que serían o fueron las que se practicarían luego.
También ahora, según se dijo o habló entre ellos en el Palacio de la Serna, bien contentos y alborozados que estaban, dijeron tenían expectación por oírse decir poemas a la tierra madre: ancha y hermosa, otoñalmente dorada, fue o era un acierto que pensaran juntarlos, venir luego, estarse en dicha junta para hablar con ternura, a voz, uno a uno, al paisaje de ellos, lo que les unían fielmente, sin fisuras, todos unánimes y conformes, llenos, llanos, libres…Y según se sabe, y ha sido apuntado en varias crónicas, fue reunión de tallarse en mármoles y escribirse en brónceles. En esa gracia, en la ventura de haber vivido dicha aventura, que el Quijote nos acompañe.
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