En
primavera, me dijiste,
brotan
insectos
de
la palabra infancia,
y mientras crecen ponen
huevos
en la mitad de la memoria.
Que
en los veranos zumban, insistías,
hasta
volverse adultos
(no sé por qué
preferiste adultos
a decir la palabra marchitables),
hasta
volverse ruido entre lo inútil,
hasta
volverse nadie en el sofoco
de
un tiempo sometido.
Y
que luego,
cuando
duele el otoño,
regresan
a ovillarse
en
las palabras nidos y derrotas:
cada
vez más infancia no resuelta,
cada
vez más perdidos en su suerte.
Imagen: Juan Carlos Mestre
Pues ya empiezo el año quitándome el sombrero. Un abrazo, poeta, amigo. Y te deseo salud y alegría.
ResponderEliminarSalud siempre, Eloisa y buena poesía. El sombrero te identifica, te hace ser. Espero vernos en este año bueno. Mi abrazo.
ResponderEliminarMe gusta ese sentir tan tuyo, tan hondo, tan de naturaleza, tan de la vida. Gracias por regalarnos la belleza de tu poesía en este recién nacido año.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Isabel F. Bernaldo de Quirós
Tendremos buen año, Isabel. Ya verás. La poesía es una casa enorme, acogedora.
ResponderEliminarCaminar sembrando belleza un año más...
ResponderEliminarRecolectar en tiempos de luz lo que germinó en silencio.
Abrazo de 2022./
Caminar es lo que importa, procuremos que la belleza sea compañera, en el decir y en el vivir, amigo Miguel Ángel.
ResponderEliminarNos veremos y pronto.