viernes, 23 de abril de 2021

Un poema: Gnosis XXI

 







No me interrogues más, vida, pasado,
cuando busques adentro, con la sangre,
la razón porque abrazo la costumbre
de vivir como excusa:
nunca supe respuestas
 
cuando se ve asediado
mi corazón se eclipsa, busca el rapto,
se confunde en los bosques, en lo denso,
hasta hallar en lo frágil de la emoción refugio,
su diminuta celda
 
escucha entonces, habla
con la erosión de cuanto me circunda,
con la luz que claudica
en mis alrededores, y define mi sombra,
que con orfebre mimo
señala mi contorno con teselas
 
aprende aquí, por la forma del hueco
oscuro mi extensión,
conoce así qué líneas me limitan,
dónde resisto, qué
claridades, qué brumas
conforman mis fronteras
 
que allí, en la visión del trazo
que los puntos declaran, en su perfil de octubres,
conozcas que no es sino
el pesar enojoso de no querer saberme
(o quererlo) lo que acude a mi voz…
y la pereza.


4 comentarios:

Pedro Torres dijo...

Buen poema. En estos tiempos y a estas alturas, la pereza (¿podríamos decir dejadez acordándonos de ciertos místicos heterodoxos, alguno de los cuales escribía muy bien?) puede que sea una forma de conocimiento.

fcaro dijo...

En estos tiempos, Pedro, y a estas alturas la pereza es otro nombre de la calma. Llegar al conocimiento personal solo es posible miurando el rastro que hemos ido dejando, sin ansias de futuro que nos salve. Queda poca iluminación, poca fe en la trascendencia, y uno a veces no sabe si es mejor buscarse y encontrarse o dejarse ir. De esa pereza, que no desidia, nace cierta incorfomidad conforme. En esas estamos, aunque no siempre.

miguel ángel dijo...

Bendita pereza.
Sigue, sigue...

fcaro dijo...

La pereza es enemiga de las ansias, M Ángel.