Dicta
el reloj las ocho
con
voluntad de goce y una luz
leve roza tu piel,
leve roza tu piel,
te
invita
¿qué
he de pedir al tiempo?
preguntas
a un paisaje
de
cañas y de cobres ya segados,
el que calla tus horas
en
el atardecer, caminas, pasas
repensando
septiembre
y
ves cómo te observan, silenciosos,
dos mirlos en las mudas
dos mirlos en las mudas
tapias
de adobe
nada dice el espliego ni la higuera
nada dice el espliego ni la higuera
todo
en
el alrededor te muestra su distancia,
es
bochorno de ruinas,
un
severo real donde combaten
lo
fugaz y lo inmóvil
tal
vez algo
debería
romper cada silencio
y
hablar, y hablarte en este íntimo
crepúsculo
de jaras y de cuarzos
que
atraviesas
y
ni siquiera el aire, por temor al futuro,
responde
a tu pregunta,
mas
contra todo ganas
de
escribir este instante
y
te confiesas: no
sé si plenitud o si vacío.
Pues yo creo que ambas cosas: Plenitud y vacio. Esas licencias de poeta...
ResponderEliminarLa ambivalencia del sentimiento. Uno no sabe si la soledad del tiempo es tesoro o amenaza. Un abrazo, Jero.
ResponderEliminarLo fugaz y lo inmóvil...que, necesariamente, son equipaje vital
ResponderEliminarLa eterna paradoja...
¡Qué hermoso poema, pleno de suave luz!
Siempre el abrazo.
Cómo me gusta, Paco (ese crepúsculo de jaras, y el espliego y la higuera...) Hermosísimo poema lleno de luz, como acostumbras.
ResponderEliminarUn abrazo grande
Plenitud siempre y trascendencia de esta luz dorada y el tiempo detenido por gracia del poeta. Un abrazo Paco. Buen poema
ResponderEliminardesde la niñez amo la suave luz de este mes, aunque más aún la de sus finales. Un fuerte abrazo, M Ángel.
ResponderEliminarHola Nines, espero verte pronto y me alegro infinito que haya podido trasladarte la sensación de silencio vegetal que pretendía. Mi gratitud y mi abrazo.
ResponderEliminarPlenitud siempre, no está tan claro, amigo Javier. El vacío acecha siempre. Ganas de abrazarte.
ResponderEliminarYo también prefiero/amo Septiembre y su no ser ya verano ni ser todavía otoño, tan indeciso, tan contradictorio, tan humano. Me ha encantado tu poema, Paco.
ResponderEliminarA esos territorios de luz leve, ambigüedad y silencio me entrego a veces, Alfredo. un abrazo.
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