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jueves, 8 de septiembre de 2016

Un poema: Dos de septiembre en Piedrabuena



Dicta el reloj las ocho
con voluntad de goce y una luz 
leve roza tu piel,
te invita

¿qué he de pedir al tiempo?

preguntas a un paisaje
de cañas y de cobres ya segados,
el que calla tus horas

en el atardecer, caminas, pasas
repensando septiembre
y ves cómo te observan, silenciosos,
dos mirlos en las mudas
tapias de adobe

nada dice el espliego ni la higuera

todo
en el alrededor te muestra su distancia,
es bochorno de ruinas,
un severo real donde combaten
lo fugaz y lo inmóvil

tal vez algo
debería romper cada silencio
y hablar, y hablarte en este íntimo
crepúsculo de jaras y de cuarzos
que atraviesas

y ni siquiera el aire, por temor al futuro,
responde a tu pregunta,
mas contra todo ganas
de escribir este instante

y te confiesas: no sé si plenitud o si vacío.

10 comentarios:

  1. Pues yo creo que ambas cosas: Plenitud y vacio. Esas licencias de poeta...

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  2. La ambivalencia del sentimiento. Uno no sabe si la soledad del tiempo es tesoro o amenaza. Un abrazo, Jero.

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  3. Lo fugaz y lo inmóvil...que, necesariamente, son equipaje vital
    La eterna paradoja...
    ¡Qué hermoso poema, pleno de suave luz!
    Siempre el abrazo.

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  4. Cómo me gusta, Paco (ese crepúsculo de jaras, y el espliego y la higuera...) Hermosísimo poema lleno de luz, como acostumbras.

    Un abrazo grande

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  5. Plenitud siempre y trascendencia de esta luz dorada y el tiempo detenido por gracia del poeta. Un abrazo Paco. Buen poema

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  6. desde la niñez amo la suave luz de este mes, aunque más aún la de sus finales. Un fuerte abrazo, M Ángel.

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  7. Hola Nines, espero verte pronto y me alegro infinito que haya podido trasladarte la sensación de silencio vegetal que pretendía. Mi gratitud y mi abrazo.

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  8. Plenitud siempre, no está tan claro, amigo Javier. El vacío acecha siempre. Ganas de abrazarte.

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  9. Yo también prefiero/amo Septiembre y su no ser ya verano ni ser todavía otoño, tan indeciso, tan contradictorio, tan humano. Me ha encantado tu poema, Paco.

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  10. A esos territorios de luz leve, ambigüedad y silencio me entrego a veces, Alfredo. un abrazo.

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