Le
gustaba a la madre
llevarte
a las orillas de las aguas
y
esperar que llegasen
a
la playa maderas sin origen, restos
de
una derrota
le
gustaba
contemplar
cabizbajos muchachos que leían
frente
al mar inclemente
sus
últimos escritos
y
después alejarse,
transeúnte
y callada, saberse bajo el sol
contigo
a solas.
Le
gustaba encontrar
en
las blandas espumas las noticias
y
consolar con ellas su bíblico infortunio,
el
dolor del exilio,
la
tristeza humillada que tuvo su niñez.
Le
gustaba
que
anduvieras con pausa
los
aromas descalzos, los colores de olivo
que
del sur os llegaban
y
en las tardes que el mar
era
calma gramática,
debilidad
de sílices y espera,
le
gustaba escribir
en
la arena palabras muy hermosas,
como
labios,
escribir,
por ejemplo, poesía.
Los pecios de un naufragio.
ResponderEliminarEscribir esperanza.
Escribir: "En sus ojos he visto/ dos alfanjes brillar,/ sus dos secretos". (Inf. 77) Mientras la luz. Un saludo maestro.
Nota: Es que estaba releyendo ese poemario cuando he visto su entrada.
Mi admiración y mi disculpa.
Qué hermoso poema! Toda una vida en él. Precioso, Paco. Besos, poeta.
ResponderEliminar¡Que preciosidad, Paco!
ResponderEliminarComo tú, querido orfebre!!
ResponderEliminarAbrazos miles!