A los poetas amigos que fueron a Segovia
para leerse a Machado y comer en Duque.
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Llegué a los verbos por los verbos, vine
a la mar por la mar, dije espiga a la espiga,
tal vez por eso
viví calladamente.
Con hambre anduve,
y el día
incierto en que llamé
luz al pan que
comía,
supe que las
palabras no se doblan ni rinden
pero que guardan
dentro
y muy oculto
el pánico que sienten
cuando mi voz
acude y nombra a su
enemiga.
Las palabras
nos buscan, nos abrazan
para esconder
su agobio,
así consiguen
que parezcamos
torpes,
angustiados o
débiles: tenemos
la obligación
escrita de responder al daño.
Las palabras
nos usan, mas
se odian, en secreto se odian,
yo sé cómo se
odian, cómo
entre ellas se
miden y se temen,
es preciso por
ello mantenernos alerta,
escribirlas
muy juntas, enfrentarlas,
conseguir que
se muerdan, que vacíen
una en otra su
dosis de veneno.
Escribir es
también un acto de defensa.
Escribir es, sobre todo, un acto de defensa. Y tu poema la defensa de todos nosotros. Escribir es sobrevivir.Pero si se escribe como tú, es vivir mejor. Un abrazo.Eduardo
ResponderEliminarEduardo:
ResponderEliminarEscribir es defenderse de la vida, RSoler diría entregarse a ella. Al fin y al cabo es lo mismo. Se escribe porque hay sorpresa a nuestro alrededor, temor o entrega. Se escribe para ser otro entre lo mismo el mismo entre aquello que cambia. Como rebelión, como revelación.
Como necesidad de hacerse en cada verso, como hito y señal para una vida. En mi caso como aliento de ser y ser querido. Me gusta Caro.
ResponderEliminarJ.J.
Escribir es multitud, Juanjo. Tensión que no se agota. Las palabras nos usan, no lo olvides. Escribir es ser mirada resistente.
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