El papel
Todavía el papel. Aprovechan estos días las revistas de
creación poética para presentar sus colecciones de otoño-invierno. En las primeros
días -lunes miércoles- de la semana lo hicieron El Alambique de Agustín Porras y José Cereijo,
Troquel, que dirige Isabel Miguel y La revista áurea, empeño casi personal de Miguel
Losada con el apoyo de Juanjo M. Ramos. La presentación suele ser el único apoyo
económico. ¿Dónde los suscriptores de ahora? que decía Alberti. Nadie responde,
al cuento de las picas… Lo solía hacer también por estas fechas Cuadernos del
Matemático, ese orgullo que mantienen en Getafe Ezequías Blanco, Matías Muñoz y
Cristóbal López de la Manzanara. Parece que no lo hará, que prepara un número
doble para la primavera. Celebra su 25 aniversario.
En la red, futuro donde nos
esperan, anda muy activa La Galla Ciencia, a la que remitimos porque quieren ayudas para pasar al papel. Recuerden aquello sesentayochista: lo viejo no termina de morir, lo nuevo no acaba de nacer...
Esto de las revistas impidió a la redacción asistir a la apoteosis final del ciclo Hazversos que se anunciaba interesantísima para la tarde del martes 17.
Esto de las revistas impidió a la redacción asistir a la apoteosis final del ciclo Hazversos que se anunciaba interesantísima para la tarde del martes 17.
El ausente
Eloísa Otero y Nuria Ruiz de Viñaspre leyeron alternativamente un poema en gallego y castellano. (Foto de MCBarri) |
Lástima, pensé el jueves 19 en Favorables Madrid Poema. Si hubiera ido se hubiera
convencido de que, tantas tertulias después entre el pelotón de oyentes, por fin
una había parido el entretenimiento. Eloísa Otero y el público, con una
espuerta de humor y cal ya prevenida, tuvieron la culpa. El desparpajo berziano
y la sencillez verbal de esta periodista-poeta lo lograron. Bien es cierto que
venía preparada para el chubasco de Juan Carlos Suñén. Lo dijo en un previo de tamtampres, la
revista virtual que mantiene. Lo dijo así: Ildefonso
Rodríguez, que estuvo el año pasado en este mismo
ciclo, cuenta que lo pasó muy bien charlando con Suñén, y que la conversación
les cundió tanto que apenas tuvo tiempo para leer sus poemas. “Si me descuido
no leo nada, así que, si quieres leer, adviérteselo”. No sólo eso. Eloísa venía preparada con
apuntes y notas. Se conocen. Sobre todo para no sufrir demasiado en el
interrogatorio habitual. Apenas le hicieron falta, fue ella, con el apoyo del
público, quien marcó pauta, ritmo, la que tiñó el local de arcoiris. Leyó
cuanto quiso. Y quiso lo justo. De una poesía a medio camino entre el vientre y
el pecho, tan lejos de la abstracción como de la simpleza emotiva. Bien
construida. No es poeta de obra amplia y parece de lenta producción, de
vocación dispersa. Antes de leer indicó que entre el público estaban su primer
novio, el redactor de tamtampres en Madrid, su futura editora (Nuria Ruiz de
Viñaspre) y bastantes amigos (Olvido García Valdés y Miguel Casado entre ellos):
24 en total. Hubieran sido 25 si el ausente, al que Suñén parece tener fichado, hubiera
aparecido. Lástima. Para una vez que estuvo bien la cosa. Podía haber
acudido el jueves, pero no lo hizo. Lástima. A terminar el acto alguien se
acercó y le dijo a Juan Carlos: “Oye esto ha estado muy entretenido”. Y él, con
cierto orgullo audible, contestó parecido a: “Eso pretendemos siempre, pero hay
un jilipollas, uno, al que esto no le gusta; por cierto, hoy no ha venido”. El ausente localizado, calificado. Esta tertulia, que lo tiene todo, lugar
céntrico, inteligente conductor, medios y soporte adecuados, apoyo en la cumbre
de CentroCentro, no termina de tener público propio. Tan sólo el que arrastra
el poeta de turno. Lástima que no enganche. Y va por su segunda temporada.
Aunque algunos fueran de la calidad descrita del ausente. Que, dicho sea en voz baja, entre nosotros,
son inevitables.
Qué añoranza de Poetas en vivo.
Qué añoranza de Poetas en vivo.
El final
Fotografía final en Odisea Poética (de FB) |
Todo acude a su final. El de las croquinillas de 2013 es para Odisea Poética. Una excelente tripulación se enroló con Alfredo “Ulises” Piquer para la despedida. Para nuestra sorpresa el lleno no fue el reventón de otras veces. La gente ya está para otras cosas, parece. El manchego Fermín F. Belloso no defraudó, sólido en las formas, leyó con voz tensa y clara una decena de poemas bien seleccionados, de los que arañan. Hay mucho futuro en él. Le siguieron en la palabra tres voces captadas en el pasado encuentro Voces del Extremo, el del Ateneo. La de Antonio Crespo Massieu, autor del estremecedor Elegía en Portbou, la del repartido Manuel Rico y la de la salmantina María Ángeles Pérez López. Son tres poetas de la memoria del hombre, de la tensión del vivir, de la palabra no conforme, de lo que interroga. Los tres se decidieron por poemas que hablaban de viajes interiores, de paisajes donde el desgarro. Tuvieron la deferencia de inéditos. La virtud de conmover. De lo exquisito. Que para eso y por eso vive la poesía. Todo recio, Castilla, sin guiño, serio por necesario.
Afuera, la calle bullía, última víspera, la vida. La vida de todos. Ojalá nuestra. En la calle saludamos a Agustín Sánchez Antequera, editor sin alharacas, sin red tendida, y dotado de alma generosa. Buen final. Inmejorable.
Para los que se quedaron ante la tele: tarifas de luz, subastas,
registros de sedes, ruedas de 46 millones, lo fariseo que gallardea, multasmuchas a quien contesta, áticos en desmesura… otras vidas. Las que entre todos elegimos.
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Está templada la casa
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La agujas
Las agujas no servían para coser.
En tu casa
las agujas eran fuelles
muelles
antídoto y veneno
aguas hipodérmicas, sin ojo pasen
los camellos,
acupuntura
hipnótica.
La aguja era ouija
deletreando el más allá
bailando
perdidita en la nada
como una miga
de pan.
En tu casa
las agujas eran fuelles
muelles
antídoto y veneno
aguas hipodérmicas, sin ojo pasen
los camellos,
acupuntura
hipnótica.
La aguja era ouija
deletreando el más allá
bailando
perdidita en la nada
como una miga
de pan.
y no sé
por qué no vuelves.
por qué no vuelves.
Eloísa Otero
1 comentario:
Buena crónica; gracias Paco. Echo de menos, sin embargo, alguna alusión al buen hacer musical de Irene Pellegero y Mario Muñoz.
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