Aarón García Peña se morirá en Menorca, a los 84 años, si no lo ha hecho en Oslo un año antes, en cualquier día del próximo 2062. No sé si para entonces recordará que a sus 30 era director del departamento de comunicación digital de la AEAE, profesor de la Escuela de Escritores, director de la Revista Digital “Poesía y Manta” y miembro del jurado del “Certamen de teatro abierto de Hortaleza”; si añorará que en 2010 dedicaba su tiempo a la escritura y la divulgación cultural, a la declamación y a las conferencias. Nadie sabe lo que la vida puede reservarle, reservarnos.
Estuve, a medias, en su lectura del pasado 30 de noviembre en la tertulia de los Montesinos. Inaugural para él y emocionada. La sala casi llena. Buen ambiente. Enrique Gracia Trinidad, su confesado amigo y tutor inicial en el mundo de la poesía, lo presentó con la afabilidad y las maneras en él características; es decir, centrado en su biografía personal, evitó hablar de la poesía del presentado. Por él supe de los múltiples afanes y oficios que Aarón ha ido abandonando en su corta existencia. Hizo enumeración de las cosas que ha dejado. La poesía, dijo, no la ha dejado. Tal vez no pueda, tal vez no quiera. Y en ello está.
Estuve a medias, porque cuando Aarón terminaba el exordio obligado de los agradecimientos, una complicación me obligó a abandonar la sala. No sin antes escuchar que, si todo iba bien, al final anunciaría un proyecto literario al que pensaba dedicar toda su vida futura. Sólo pude regresar para escuchar el último poema. Audición interrupta la mía. Yo que llegaba con la intención de conocer en su voz a quien tanto me sonaba. Pero no defraudó el coloquio. Alguien preguntó por la entidad del proyecto anunciado. Como todo fue bien, Aarón cedió. Confesó que es España el tema que le obsede, que necesita explicársela, explicarla. Que irá por partes, que precisa su tiempo y que tendrá diversas formas, pero ya está escrito el poema-prólogo.
Otra pregunta solicitó la opinión de la mesa, EGT y Aarón, sobre el panorama poético actual. EGT, rápido, se reafirmó en lo escrito (que mis lectores conocen). Aarón proclamó la inútil influencia de la poesía actual española, su falta de presencia pública, debido sobre todo a la vagancia de los poetas, a su falta de compromiso con el lenguaje, a la ausencia de ambición, de exigencia y rigor en su obra. Dicho todo muy serio. Alguien gimió, elevó su queja suave, pidió el modelo. Hubo murmullo. Un aire tibio bañó la sala. Otro alguien buscó seculares culpas en los planes de estudios – el Ministerio de Educación lo aguanta todo- por no enseñar en las escuelas pausa versal y pareados. Inenarrable. Un conato de reto hirió los aires. Luego paz. El cierre fue la lectura del poema-prólogo a todo lo que Hispania provocará.
El bar estuvo alegre. Noté la ausencia de Porta. La turbación de Santiago Tena tras el gemido. La excitación de Juana Vázquez contando que corrige la tercera galerada, eso dijo, de un nuevo libro, en estos tiempos de pedeefes. Julio Santiago marchó pronto, pensentaba en Libertad al día siguiente. Hablé un instante con Aarón. Me dedicó su libro “Dios y su cómplices”. España y Dios ¿no era éste el mundo de Blas de Otero? Le advertí que es de mayor utilidad las reflexiones compartidas que las admoniciones; me previno de la inutilidad de los premios literarios para hacer valer la poesía que uno escribe. Tomé el compromiso de intercambiar el cromo.
“Dios y sus cómplices”. Poesía rotunda, piedra tallada. Resquicio escaso para el aire y la duda. La conciencia del hombre que niega lo revelado. El sermón viceversa. Los poemas no hablan de Dios, ni a Dios siquiera, hablan del hombre agarrotado por Su idea. Búsqueda de modelos, esbozos de ironía. Hallazgo de pasos. Afirmaciones. Dislocaciones: las tres eucaristías son tres sextinas. ¿Obsesión por la rima? Hay liras. Sí, liras. Encadenados tercetos que Le explican (a Dios). Cristo y la Magdalena, una pasión narrada por sonetos. Obsesión por las formas clásicas como vehículo. Conozco otro poeta que camina con esa fe, con ese útil, por el sendero. Todas las veredas llegan.
Os dejo esta contradefinición de Dios. Pertenece al capítulo “Dios se confiesa”
.
Contradefinición
Ojos con fe desanimada.
Balcón para mirar a un río
usar de cauce mi mirada.
Soy todo aquello que no es mío.
Camino como el Dios supuesto
ocultamente en el vacío.
Alojo dudas en el cesto
de cuantos no me dan reposo
impropios de mi presupuesto.
Oigo la luz y la desposo
sin que la sombra dé permiso.
En el altar nunca hay reposo.
Nupcias sin mucho compromiso.
Tumba ocupada y sin olores.
Ola en un mar que siempre es liso.
Doy mi consejo a los errores
anchos, a las virtudes cojas
si se enemistan con mis flores.
Limpio el otoño de mis hojas
al mismo tiempo que me trago
sin compartir las venas flojas.
Comparto con el tiempo el trago
aquel que tenga más sustancia,
menos sabor a muerto vago.
Padre muy falto de lactancia.
Arbitro inútil sin objeto.
Nada de mí tenéis constancia.
A veces sólo me estoy quieto
si me utilizan como excusa.
Dios, como Dios, no me interpreto.
.
Aarón García Peña en el sillón central de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles
Me encantó, Aarón.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Gracias, Carlos. Recibo ese abrazo con afecto.
ResponderEliminarFrancisco, fue un placer saludarte y, más en concreto, charlar contigo en torno a lo que nos une. Estoy convencido de que, si la salud nos acompaña, nos abrazaremos a menudo a partir del martes. Hay un verso en el poema que, en verdad, dice: "Ola en un mar que siempre es liso". ¿Creo recordar que leerás en Montesinos en breve? Un cariñoso abrazo.
Sí, Carlos. Este Aarón no deja indiferente a nadie.
ResponderEliminarGracias por tus ojos.
Paco.
La oda ya es ola. Corregido queda el error.
ResponderEliminarNo. No leo en Montesinos, leí en mayo pasado. Habrá momentos donde encontrarnos y prolongar nuestra conversación. Lo que pensaba ser una pequeña nota terminó prolongándose. ¿Por qué?
Gracias a ti. Paco.
Cuando me acerco a tu blog me reencuentro con poetas como Aaron o Carlos Guerrero, con Gracia Trinidad
ResponderEliminarMe gusta.
Es un placer desgranar lo acontecido a través de esta prosa. Un placer.
ResponderEliminarUn compromiso ineludible hizo que no pudiera estar ese martes en el Guadalupe y lo sentí enormemente porque tengo ganas de escuchar a Aarón (con dos aes). Mi particular criba de la lectura ya la pasó y ahora me toca disfrutar de sus versos a través de su voz. El destino ha sido benévolo y me queda el día 20 en Leganitos, 10 para poder hacerlo.
Feliz crónica.
Felicidades a los dos.
Laura