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En la débil mañana,
justo al momento
de atravesar la calle
he mirado a la gente,
el hambre de los pasos
con que adelantan
el arroyo aliviado,
melancólico y turbio,
de los escaparates
ocupando la acera,
he sentido el rumor
de las cervecerías
la cotidianeidad
indulgente y hermosa
de Madrid violento.
Y sé que todo, todo,
permanece en su sitio.
Yo soy la ausencia.
Por fin das señales de vida, y con un buen poema del regreso. Felicidades. Desde este Madrid casi agosteño aún, lento y caluroso, te saluda quien no se ha ido todavía de vacaciones. CRISTINA COCCA.
ResponderEliminarDevuelvo tu saludo, Cristina. Me alegro que aún te quede la esperanza de escapar. Gracias por tu atención. Nos veremos, yo sé que nos veremos.
ResponderEliminarPaco.
"La cotidianidad / indulgente y hermosa / de Madrid violento" Acertada manera de expresar, por esta ciudad que nos acoge a tantos,esa relación amor-odio que ofrece en ocasiones.
ResponderEliminarBuen poema amigo Caro. Ya estamos aquí de nuevo y nos veremos.
Un abrazo Paco
Felicidades por tu blog y por este poema urbano . Un saludo.
ResponderEliminarMe alegra leerte Caro. Por aquí es la única forma que tengo de hacerlo.
ResponderEliminarEl poema es estupendo como casi siempre lso son los tuyos.
Esa sensación la tenemso todos en el Madrid violento pero maravillosos del que hablas.
Un saludo con afecto.
Muy bueno tu poema. Me quedo con tu final, para el recuerdo, para la memoria, tal vez para una cita, si me permites.
ResponderEliminar"Y sé que todo, todo,
permanece en su sitio.
Yo soy la ausencia."
Con todo mi cariño, y no sólo por lo que escribes.
Fernando Fiestas.