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lunes, 2 de noviembre de 2009

María Sanz en Piedrabuena


Vicente Martín, Nicolás del Hierro, María Sanz, Carlos Valverde, José Luis Cabezas


Sevillana y poeta, María Sanz escribe con vocación profunda, escribe desde la adolescencia, escribe desde Sevilla. Pero María añora su mitad de sangre castellana, la reverente parquedad de las tierras de Soria, de donde procede. Tal vez por ello escribe con una tensión que se adivina contenida, con una belleza aquilatada que nunca busca deslumbrar, sino el acompañamiento.

Sin duda que el jurado que atiende el premio "Nicolás del Hierro" lo tuvo en cuenta al analizar su libro "Los cielos tardíos" y decidieron por ello otorgarle el merecimiento. En consecuencia el pasado día 31 de Octubre el poemario fue presentado en Piedrabuena, en una magnífica edición realizada por Añil e ilustrada por Javier Ramírez.

Hizo la presentación el poeta Vicente Martín, premiado con el mismo galardón el pasado 2005. Destacó el misticismo con que la autora se acerca a la eterna emoción del amor, de un amor carnal y trascendido. Antes de sus palabras intervino el alcalde de Piedrabuena, D. José Luis Cabezas, y el poeta que da nombre al premio, Nicolás del Hierro. Los poetas Carlos Valverde y José Luis Morales estuvieron entre los asistentes.

Se sintió cómoda María en sus palabras de gratitud y generosa en la presentación del poemario al ofrecer algunas de las claves precisas para su mejor comprensión. Leyó. Añadió el alma a la carne escrita del poema. Convenció a un auditorio que seguía atento. Interpretó el bellísimo poema que cierra el libro. Un poema que habla tanto de la esperanza en el encuentro de los amantes, como de la belleza de su presentimiento. El que reproduzco.

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Si todo el mar pudiese contener mi esperanza,
si las olas rompieran contra tanto deseo,
tal vez para estos cielos jamás sería tarde
y se revelarían en su nueva intemperie.
Hay noches que no veo más allá de una playa
con siluetas amándose sin final ni principio,
aguardando la aurora que rubrique su gozo.
Son noches imposibles de vivir sin tu noche.
Si el mar me concediese llegar hasta Citera,
allí te encontraría, bellísimo y distante,
oh soñada aventura de la que ya no quiero
saber otra verdad, obtener más triunfo.
Ahora reconozco que existe una frontera
entre el cuerpo y la noche, entre el mar y la vida,
que toda mi esperanza es resto de naufragio,
oleaje de amor en su sola rompiente.


(De "Los cielos tardíos")



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