El pasado viernes, 9 de octubre, se celebró en Alcalá de Henares la entrega de premios "Ciudad de Alcalá" que atiende a diversos escenarios de la creación artística. El acto contó con la presencia de Ainhoa Arteta que recibió el premio de honor. Excepcional artista y persona capaz de generar un ambiente cariñoso y amable en su entorno. Por ello, y a su alrededor, los diversos galardonados fueron capaces de de sentirse confiados y dicharacheros en una situación que normalmente tiende a la protocolaria frialdad de las formas.
Primero en el Salón Teatro Cervantes y luego en el reciente Parador de Turismo de la ciudad, fue posible que María José Aranguren y José González Gallegos, arquitectos del citado Parador, pudieran hablarnos emocionados de un proyecto rupturista, receptivo, elegante y limpio de formas; en su compañía recorrimos el Jardín Tallado que corona las habitaciones, los dos claustros -piedra caliza y cristal- las voces de la madera, las soluciones del agua, la paz de los colores. Pudimos escuchar la decisión abierta de Juana Cortés por la palabra que cuenta, que vive entre su ropa, que alborota su cama, que embarduña las paredes de su casa, pudimos saber que compartimos en Alcorcón la voz colmena de Carmen Feito. Allí también los silenciosos ojos de Ralf Pascual, serenos, escudriñantes, como flores de nitrato de plata. Alli la mineral altura colorista de Klaus Ohnsmann, alemán de Becerril de la Sierra, pincel fugitivo y libre, de elevada sonrisa, amigo de mis amigos manchegos. Allí García Gascón, periodista de raíz, inteligente, educado, poeta también.
Fue una tarde-noche donde rondó el cariño. Nos veremos otra vez. Juana y yo presentaremos juntos nuestros libros, allá por el próximo abril. Nos veremos. Paco Valladares y Nogales Herrera nos ayudaron con cervantina delicadeza. Un tallado aluminio de Jorge Varas servirá de alcancía para el recuerdo.
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LUCA PINARDI
Volvió a Florencia
-desde Malta y huido de la fiebre-
antes de que nombrasen
gonfaliniere a Cosimo
lo busqué cuando supe
que envejecía cerca de mi casa
dos jóvenes esclavos de Tunicia
cuidaban su taller de mármoles y olíbano
le vi arrancar
a golpes de su mimo la foscura
de pórfidos y jaspes: veneraba las formas
y la belleza lánguida, morada,
que sabía en los ángeles desnudos
con lágrimas habló de exilio y cicatrices,
de huertos y de junios
antes que lo cubriera con esmalte la muerte
bien sabe que le guarda mi memoria
goteante su gusto
antiguo de caoba por lo efebo.
(De "Cuaderno de Boccaccio")
Hola Paco,
ResponderEliminarCurioseando he llegado hasta tu blog. ¡Y cuántos conocidos encuentro en él! Carmen, Ana Garrido, y también Cristina Cocca.
Me dejár caer por aquí de vez en cuando.
Un saludo, y encantada de encontrarte en la red.
Juana
Enhorabuena Paco por este nuevo reconocimiento a tu obra poética que bien mereces.
ResponderEliminarUn abrazo
Jesús