Con la misma
impaciencia prestada con que ves
pasar nubes, los nombres,y el calor que antecede a cada daño
con esa aceptación de quien navega
en un dios nunca escrito,
ese dios que se oculta, desdeñoso,
en la avenida densa del verano
con el mismo temor delicuescente
con el que el día, Latus,
barnizó sin clemencia la extensión de tu carne
hasta hacerte creer otro y alado
con la congoja de las tardes largas,
y ese sol entre llamas, sin recuerdos,
ese sol que te huye, ese
sol último que lame los tejados
has visto un mar
de rastrojos venir, has visto al tiempo
transitar, y al pasado fluir
torrente abajo
has visto a un hombre equivocarse
al escribir poema (y es su culpa)
mientras llega septiembre...
y esperando.
Muy bueno!
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